¿Se imaginan una fiesta literaria con lecturas de poemas acompañados al piano e incluso al cajón -del que tanto se hablaba ayer tras la actuación estelar del rey-, recomendaciones de títulos y música en directo? Pues no hace falta que vayan más allá porque es justamente lo que se vivió ayer en el patio del Palacio Provincial de la mano del escritor y periodista Juan José Téllez, y el productor editorial de audio de Penguin Random House, Antonio Martínez Asensio. Los dos condujeron un programa de casi tres horas enmarcado en la programación complementaria al IX Congreso de la Lengua Española, CILE.
Quienes no tuvieron la suerte de presenciarlo en vivo podrán escucharlo en varios pódcast en torno a la literatura hispanohablante, con Cádiz como epicentro. Bajo el título “En Cádiz, nos vamos de la lengua”, esta singular iniciativa diseñada y promovida por Juan Ochoa, de la empresa Global Media Office y patrocinada por Diputación, reunió en este enclave a personalidades de la talla de Luis García Montero, Santiago Roncagliolo, Pasión Vega o Antonio Martínez Ares.
A lo largo de estas conversaciones distendidas, que se intercalaron con actuaciones musicales, pudimos escuchar al director del Instituto Cervantes relajado, en un paréntesis en su apretada agenda de estos días, para hablar de la “identidad común” que construyó con su esposa, la escritora Almudena Grandes, en torno a Cádiz, y del “momento exacto” en el que la novelista “se hizo gaditana” cuando fue a comprar pescado a una cooperativa gaditana. Tras su marcha, llegó la primera actuación de la mañana, a cargo de Pasión Vega, otra gaditana de adopción, que interpretó “Se equivocó la paloma” del maestro Rafael Alberti, protagonizando uno de los momentos mágicos de la velada.
No fue el único, aún le quedaba alguna sorpresa. Muy atentos siguieron los asistentes el testimonio del escritor y periodista peruano, Santiago Roncagliolo, que habló de su primera incursión en el Carnaval de Cádiz, y oyó hablar por primera vez de "Teo", y destacó la capacidad para ejercer la sátira y la burla al poder que tiene la fiesta gaditana con la que sintió amor a primera vista desde la primera vez. Eso sí, Roncangliolo se puso más serio para hablar dee la situación de Perú, que ha imposibilitado que el Congreso se haya celebrado en Arequipa. “Perú no es garantizar la ciudad ni siquiera la de sus propios habitantes”, lamentó.
Lluvia de títulos
También participó en esta iniciativa la escritora isleña Ana Rossetti, que repasó la figura de Fernán Caballero, el seudónimo bajo el que se escondía la gaditana Cecilia Bohl de Faber, y de paso, sobre las barreras que las mujeres han superado durante siglos para hacerse un hueco en la literatura. Aprovechó también este altavoz tan singular para hacer una mención especial al carnaval y sus connotaciones literarias y antropológicas incluso a la hora de utilizar las metáforas, inventarse personales y “hacer encajes de bolillos”. “¿Por qué no se estudia esto en poesía?”, llegó a decir. Pero ayer también hubo espacio para dar voz a autores gaditanos y artistas iberoamericanos como Jorge Drexler, que estará estos días en “tierra adoptiva”, pero sobre todo se habló de Cádiz en la literatura, vista por autores locales y de fuera. Para ello se leyeron varios textos. El actor algecireño Víctor Clavijo recitó un fragmento del libro El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, de Alfredo Bryce Echenique, un poema de Carlos Edmundo de Ory y una parte de Trafalgar, de Benito Pérez Galdós. Otro regalo. Alejandra López Segovia hizo lo propio con Pablo Neruda, con su Elegía de Cádiz.
Otro autor gaditano, José Ramón Ripoll, repasó su trayectoria y su camino común con otros grandes de las letras gaditanas como Fernando Quiñones o Carlos Edmundo de Ory, mientras que Jesús Fernández Palacios habló de la figura de Ory, Caballero Bonald o Quiñones. La lectura de Los aires difíciles de Almudena Grandes, por Rocío López Segovia, y una interpretación improvisada de Las Habaneras de Cádiz, por Pasión Vega con Javier Galiana al piano, despidieron una intensa mañana de literatura y radio en la que también llovieron recomendaciones de libros, entre el que no faltó, por supuesto, Cien años de soledad.
La banda sonora también la pusieron Inma Márquez ‘ La flor de la canela’, con la que hizo un homenaje a Arequipa, y Antonio Martínez Ares, que interpretó un candombe, un género que une ambos océanos a través de la música de Cádiz a Uruguay. Tampoco podía faltar el flamenco, que tuvo su espacio con Carmen de la Jara al cante.
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