“Cádiz es Cádiz” en El amor de Andrea, la nueva película del director almeriense Manuel Martín Cuenca (La hija, La Flaqueza del bolchevique) que se graba íntegramente en la capital gaditana desde hace dos semanas y media con un reparto completo de actores y actrices noveles de Cádiz y la provincia. Esto quiere decir que monumentos y enclaves míticos como la Catedral de Cádiz, las playas de La Caleta y Santa María, la Alameda Apodaca y hasta los Astilleros darán el salto a la gran pantalla, donde los colegios Campo del Sur y Santa Teresa también están muy presentes. “Se nombra Cádiz, se nombran las cosas de Cádiz y se ve Cádiz”, aseguraba ayer el cineasta de El Ejido, muy vinculado a esta provincia desde hace 25 años, y que desde julio de 2020 empezó a gestar en su cabeza el guión de esta historia de ficción junto con su coguionista Lola Mayo, que producen La Loma Blanca y Lazona.
En un encuentro con los medios en el Hotel De Francia y París, el director del largometraje que se grabará en Cádiz hasta mediados de diciembre, ahondó en el proceso de selección y en cómo han sido estas primeras semanas de rodaje. Detrás, como explicó, hay un “concienzudo” casting que comenzó justamente hace un año, en octubre de 2021 y con un guión y una historia, inspirada en Cádiz, su idiosincrasia y su gente, incluso antes de empezar a escribirse. “Pensé en Cádiz porque pensé en su luz, en su geografía... en una especie de cuento sobre una nave, que no es una nave pero lo parece a veces; a veces parece un pequeño barco en una pequeña isla en la que cuando hace viento, frío y humedad estamos embarcados en vez de en tierra firme, en la ciudad. Teníamos una sinopsis: una chica joven luchando por entender y recuperar la relación con su padre el amor de su padre. Veníamos los fines de semana y nos imaginábamos aquí a nuestros personajes caminando por la ciudad, por la Bahía, cogiendo el catamarán, viendo en qué lugar se situaba a cada uno de ellos”.
Tal es así, que sus continuos viajes desde el verano de la pandemia, estar “yendo y viniendo desde octubre de 2021” y venirse a vivir a Cádiz desde marzo de este año con su equipo de producción de la película, lo cual le ha permitido sentir cómo respiran y cómo viven los gaditanos. “El gaditano es un andaluz muy especial, no sé lo que es ser andaluz, ser gaditano. Soy almeriense y nunca he sido muy nacionalista, pero me pareció interesante sentir esta ciudad tan especial que es andaluza pero es atlántica, que es iberoamericana pero es andaluza, que es española pero es africana en cierto sentido. Estamos totalmente impregnados de Cádiz, de la ciudad y de la Bahía”.
Todos, empezando por la protagonista, Andrea, sus amigo Abel, sus dos hermanos pequeños y su padre “son los mejores” para el papel que hacen en la película y crecen por día, afirma el cineasta que descubrió a María Valverde, que a medida que avanza el rodaje tras cuatro semanas de ensayos “para ensayar el mundo de la película, crear vínculos entre ellos y que los hermanos parezcan hermanos” tiene claro “que no me he equivocado y que no había nadie mejor para ningún papel”.
La mayoría son menores, de ahí su afán por mantener su anonimato, tanto por una cuestión legal de protección, como para no “desviarles” y que su trabajo sea “lo más puro posible”. En cualquier caso, tanto con debutantes como con veteranos, siempre trata de “preservar” a sus actores y actrices y más ante “un proceso artístico muy sensible” como el que tiene entre manos, en el que la concentración de sus personajes es fundamental. “Ya llegará el momento de presentar la película”.
Después de casi tres semanas de un rodaje “por orden cronológico” con lo que los personajes “no saben lo que va a ocurrir ese día”, admite que cada día “me va sorprendiendo algo” de los adolescentes que se ponen por primera vez delante de una cámara. Un proceso de su proyecto al que llama “de surgimiento”. “No sé cuál es el techo de Andrea, la protagonista, sé que va creciendo cada semana que vamos rodando, en algún momento tocará su techo, por ahora no se lo veo, puede hacer un papel cada vez mejor”.
No es casualidad que crea con tanta firmeza en el reparto. Se ha involucrado personalmente en cada una de las pruebas de casting para las que “metió el turbo” a principios de año con un equipo de casting de 40 personas, de ellos 11 locales. En total han visto 4.800 personas, principalmente en colegios, de las que unas 1.500 pasaron a una segunda fase. “Os parecerá mentira pero he visto todos los vídeos personalmente para seleccionar a la gente y he hecho las pruebas de las 1.500 entrevistas”. Y más cifras: entre 600 y 700 figurantes que de Cádiz y la provincia y un impacto económico “enorme” del que darán datos en diciembre. “No venimos tres días a rodar como los americanos, el cine también es economía y sin dinero no se pueden hacer películas”.
Creyente y practicante del “cine artesanal pequeño, que puede moverse rápido y que está servicio de los personajes”, lo cual supone “un lujo” al que grandes equipos de rodaje no pueden acceder y que se verá en la fotografía de la película, va a por todas. “Esto, con toda la humildad, no es un producto, pretende ser una obra de arte. “Yo siempre digo que los cineastas somos agricultores: sembramos, vemos cómo crece y, si al final hay suerte, recogemos”.
Habrá que esperar al estreno, previsto para otoño de 2023, y con Cádiz como telón de fondo. Aunque de momento “no hay nada cerrado”, Martín Cuenca tiene claro que el preestreno tiene que ser en esta ciudad, “con todo lo que nos ha dado, merece que lo hagamos aquí; estamos al habla con las instituciones”.
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