Kate y Gerry McCann regresaron ayer por tercera vez a Portugal desde que salieron precipitadamente del país en septiembre de aquel año tras ser declarados temporalmente sospechosos de la desaparición de su hija por el equipo de Amaral, al que ahora demandan por difundir sus investigaciones en un libro.
Amaral defendió el contenido de la obra y subrayó que “es un relato de seis meses de investigación” y que lo publicó porque fue “blanco de muchas calumnias, muchas difamaciones y muchas injurias” por su trabajo.
El ex policía, que durante el juicio se lamentó de “falta de coraje político” en el caso, reclamó su derecho a la libertad de expresión y consideró, en defensa de su labor investigadora, que la decisión de los Fiscales de cerrar el caso “no deja de ser una opinión”.
El juicio, de cuyas consecuencias puede derivarse el pago de 1,2 millones de euros que los padres de Madeleine reclaman al ex inspector como indemnización por calumnias, comenzó el 12 de enero tras un aplazamiento en diciembre y concluyó ayer con la declaración de los últimos testigos y la lectura de las conclusiones de los abogados.
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