Quedan justo cuatro meses para que, según la fecha anunciada por Juan Carlos Jurado en el programa Luz de Pasión (17 de septiembre), se despliegue en nuestra ciudad un magno viacrucis que conmemore el tercer centenario de la primera piedra de la Santa Iglesia Catedral. Cuatro meses son más que suficiente para realizar el gran acontecimiento que la Andalucía cofrade se merece después de dos años de pandemia. Organizarlo desde Cádiz podría significar ese puntito que nos falta para adquirir el carácter de “Interés Turístico Nacional”.
Se trata de empezar desde ya a modelar sin complejos un acontecimiento que además de traspasarnos el alma en lo espiritual, sirva para advertirle al mundo que Cádiz tiene mucho que ofrecer y aquí estamos para demostrarlo.
Reconozco que yo no soy más que un cofrade de base, que en su día vivió las cofradías desde dentro sin obtener una experiencia demasiado positiva. Ahora que no soy más que un humilde locutor al servicio de las hermandades y de la ciudad de Cádiz, me gustaría plasmar un pensamiento razonado, desde la perspectiva del que vive las cofradías desde fuera y con el análisis sopesado que me brindan sus dirigentes cada vez que pisan los estudios de 7TV. ¿Me aceptan una propuesta?
Sin lugar a dudas yo plantearía un viacrucis pasional mejor que estacional, dado que nos daría más margen para representar la pasión, no solo desde que Jesús es condenado a muerte, sino desde que entra triunfal por las puertas doradas de Jerusalén. Con esta fórmula ganaríamos dos grandes misterios como son “La Borriquita” y la “Sagrada Cena”.
Como lo que se intenta es conmemorar los trescientos años de la primera piedra del primer templo de la diócesis, dotaría a la Catedral de un protagonismo específico. Por ejemplo, el domingo 11 de septiembre (fecha más próxima por delante a la solemnidad de la Santa Cruz), iniciaría los traslados de ida de todas las hermandades participantes a la SEO en sus correspondientes pasos, sin bandas y con un mínimo cortejo seleccionado por sus correspondientes juntas de gobierno. Una vez allí, con todos los pasos rodeando la girola interna, celebraría un triduo que concluyera con una Misa Pontifical presidida por el Obispo en la jornada del 14, festividad de la Santa Cruz.
Los titulares estarían durante los días 15 y 16 en veneración en sus respectivos pasos y aprovecharía para cobrar una entrada para todos los visitantes con excepción de los empadronados en Cádiz y Ceuta. Una recaudación que -ni que decir tiene-, iría destinada íntegramente para el Cabildo Catedral por las molestias prestadas.
Finalmente, el día 17 realizaría el acto central de viacrucis diseñado por la diócesis y el cabildo, que a su vez sirviera de clausura, entonces las hermandades volverían a sus respectivos templos, con sus bandas y sus pertinentes cortejos en su versión más ampliada.
La Carrera Oficial empezaría en la Catedral y terminaría en la Calle Nueva como ya se hizo en la última procesión magna. Como broche de oro y siguiendo la idea del Consejo de hermandades, de que sea una dolorosa la que cierre el cortejo procesional en representación de María al pie de la Cruz, no dudaría en decantarme por María Santísima de la Trinidad, aprovechando que se cumplen cien años del nacimiento de su autor, Francisco Buiza, que dicho sea de paso y confirmado por el propio biógrafo del artista (Pedro Ignacio Martínez Leal) está catalogada como la mejor obra del escultor de Carmona.
Es solo una propuesta, valórenla y traten de encajarla en las posibilidades que Cádiz nos brinda. El alto logro siempre tiene lugar en el marco de la alta expectativa.