No sé si será que cada día peino más canas o que estos dos años sin cofradías en la calle, me han dejado demasiado tiempo para reflexionar sobre qué somos, de dónde venimos y hacia dónde nos llevan nuestras benditas hermandades. Ayer recibíamos dos tristes noticias de esas que hacen daño en el alma. Por una parte, el periodismo izaba a media asta la bandera de la radiodifusión cofrade, y por otra, la política local hacía lo propio en memoria de un gaditano de esos que se dejaron la piel por la ciudad de nuestra vida. Y es que el periodista Jaime Velasco y el eterno concejal Francisco Carnota, nos dejaban respectivamente, en un domingo gris de recuerdos imborrables.
Jaime Velasco, además de ser un periodista deportivo de raza que nos regaló gloriosas tardes de futbol a través de la radiotelevisión pública de Andalucía, fue un trianero que sin ser especialmente cofrade, un día se sintió atraído por la Semana Santa gaditana, y decidió coger un micrófono y hacer lo que mejor se le daba, que era compartir sus experiencias con unas narraciones que quedarán para siempre grabadas en la memoria sentimental del gaditano.
He contado muchas veces que yo decidí dedicarme a la comunicación gracias a las retransmisiones que Juan Manzorro, Fernando Pérez y Jaime Velasco nos brindaban cada año al llegar Semana Santa. El día que a mí me tocaba hacer estación de penitencia con mi hermandad siendo un chiquillo, recuerdo entrar por la Calle Montañés vestido de nazareno y encontrármelos a los tres -elegantes, templados y perfectamente coordinados- relatando sobre nuestra Semana Mayor desde una tarima situada delante del Centro Integral de la Mujer, en plena Plaza del Palillero. Yo los miraba y prometo que en esos momentos deseaba despojarme del hábito, soltar el cirio y sumarme a ese equipo de grandes profesionales, como si yo fuera uno más de ellos... ¡Qué osadía la mía! Con el paso de los años la vida me permitió cumplir aquel sueño pero solo al cincuenta por ciento, ya que pude pertenecer al equipo de retransmisión, pero justo el año en que Jaime lo dejaba. Y aunque en varias ocasiones nos escribimos y conversamos, se me resistió el hecho de poder compartir micrófono con él. Hoy Velasco ya no está entre nosotros, aunque su voz quedará para siempre atrapada en los canceles de los templos de Cádiz, desde donde susurrando siempre nos traía como música celestial, momentos entrañables de las salidas y entradas de nuestras benditas cofradías.
También ayer despedíamos al ex concejal del PP Paco Carnota, un gaditano que además de ser un incansable trabajador publico de la ciudad, ocupó los cargos de mayordomo en la Hermandad del Perdón y presidente en la Junta Oficial de Cofradías. Gaditano de postín y un cofrade de convicción y condición, que sirvió de ejemplo para posteriores generaciones.
No sé si será que cada día peino más canas o que estos dos años sin cofradías en la calle, me han dejado demasiado tiempo para reflexionar sobre qué somos, de dónde venimos y hacia dónde nos llevan nuestras benditas hermandades, pero a decir verdad da vértigo echar la vista atrás y hacer recuento de todos los cofrades que faltan en aquella vieja foto que todos guardamos en el alma.
Me pregunto si las nuevas generaciones seremos capaces de seguir tirando del carro como ellos lo hicieron, nos faltan tantos, que a menudo siento esa sensación de desnudez que martillea mis sentidos. Por todos ellos va mi artículo de hoy, para que desde el cielo velen por nosotros y hagan que Cádiz siga la senda de aquellos que tanto la quisieron. Amén.
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