La ‘supervivencia del más apto’ es una frase propia de la teoría evolutiva de Charles como una descripción alternativa de la selección natural. En la base está la capacidad de adaptación a las circunstancias cambiantes del entorno. Ocurre en casi todos los ámbitos de la vida. Adaptarse o morir. Adaptarse o desaparecer. En esta actualidad sacudida por la pandemia de coronavirus cobra especial relevancia cuando hablamos de la capacidad de adaptación de los sectores más afectados por la misma. Entre ellos, sin duda, el de la hostelería y la restauración. Castigados por las restricciones, con horario de cierre, limitación de aforo y fuertes medidas sanitarias, la hostelería se enfrenta a unos tiempos difíciles sin apenas ayuda por parte de las administraciones públicas… aunque, como ocurre en Barbate, a pesar de todos los hándicaps, su capacidad de supervivencia va de la mano de un hercúleo esfuerzo entremezclado con soluciones imaginativas para salir adelante… dentro de lo posible.
Una gran mayoría de bares y restaurantes y empresas de Barbate se han puesto manos a la obra y han adaptado su cocina, sus estructuras y horarios, para llevar sus manjares hasta cualquier hogar del municipio sin perder ni un ápice de calidad y manteniendo su acostumbrado buen servicioY como ya dijese el célebre filósofo Francis Bacon, “si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña”. Que traducido a lo que nos atañe bien redefinirse como si los clientes no acuden al restaurante, el restaurante irá a los clientes. Dicho y hecho, porque ya son una gran mayoría de bares y restaurantes y empresas de Barbate las que se han puesto manos a la obra y han adaptado su cocina, sus estructuras y horarios, para llevar sus manjares hasta cualquier hogar del municipio sin perder ni un ápice de calidad y manteniendo su acostumbrado buen servicio. Eficacia, rapidez, calidad, envueltas en estrictos condicionantes sanitarios, forman parte hoy día del ‘abc’ de la hostelería barbateña para sortear los sinsabores de la pandemia.
Cualquier vecino solo tiene que descolgar el teléfono, o mejor dicho, su móvil, llamar, hacer su pedido y esperar un tiempo prudencial a que éste llegue a casa, o acudir a recogerlo al establecimiento en cuestión, para así disfrutar de lo mejor de la gastronomía de nuestro pueblo. Y casi diría que es un deber ciudadano premiar con nuestro apoyo en forma de pedido a los compañeros y compañeras, a los vecinos y vecinas, que a pesar de tenerlo casi todo en contra, mantienen vivos sus negocios y con ellos los empleos que generan.
Muestra de fortaleza
Es necesario mantener esas cocinas abiertas, luchar contra la Covid-19 apoyándonos los unos a los otros, construir pueblo, construir una conciencia común que nos lleve en las mejores condiciones al final de este maldito túnel para salir de él si no reforzado, sí al menos ilusionados con lo que podamos hacer en el futuro una vez demostrada nuestra fortaleza en lo que un día será el pasado.
Llamen o pásense por nuestros restaurantes y bares, hagan sus pedidos, aporten ese granito de arena que será la base del mañana. Juntos podemos. Premiemos el esfuerzo que desde hace meses viene realizando el sector hostelero barbateño. Y no olviden, un euro gastado en nuestro pueblo, es un euro que repercutirá siempre en nuestro bienestar presente y futuro. Invertir en nosotros es, sin duda, la mejor inversión posible.
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