Uno de los mensajes más sensatos que he escuchado en las últimas semanas sobre la gestión política e institucional de la pandemia lo pronunciaba el pasado jueves en su primera entrevista desde que llegó al cargo la nueva secretaria de Estado de Sanidad, la epidemióloga sevillana Silvia Calzón. La número 2 del Ministerio de Salvador Illa instó en la Cadena SER a administraciones y políticos a actuar con “humildad”: “Esta pandemia nos ha dado una cura de humildad a todos los niveles, en las comunidades autónomas y en los países europeos. La mejor forma de afrontar el reto es el reconocimiento de las áreas que hay que mejorar y el trabajo conjunto para mejorarlas. Esta pandemia nos demanda humildad”.
No le falta razón. Sólo con la admisión de los problemas, los distintos territorios amortiguarán la evolución de la Covid. Así ha ocurrido con varias autonomías que comienzan a controlar los picos que asustaron a toda España en esta segunda ola. Quien presume, tarda en reaccionar y las cifras repuntan. Es la ecuación que no falla en esta crisis global. A la larga, sacar pecho no vale de absolutamente nada. Termina jugando en tu contra porque demoras la búsqueda de soluciones.
Bien haría la Junta de Andalucía en inocular esta recomendación o consejo, y abandonar su discurso de que es un Gobierno que se anticipa sistemáticamente a los zurriagazos del maldito virus. No sé dónde está la anticipación en los contagios comunitarios de Málaga y Almería, y en la tendencia preocupante de Sevilla; en qué se anticiparon para evitar el centenar de residencias con positivos en estos momentos; si creen que han servido de algo los miles de ‘informadores’ de las playas mientras el número de rastreadores ha sido insuficiente, como ha reconocido el propio presidente Moreno Bonilla;si se anticiparon para limitar el ocio nocturno; cómo se anticiparon para evitar la saturación de la atención primaria o para conseguir una cita digital o telefónicamente; de que valió anticiparse para anunciar que la vacuna de la Universidad de Oxford y AstraZeneca se dispensaría a 300.000 andaluces en diciembre cuando días después aplazaron los ensayos, y cómo se han anticipado para evitar que los colegios ofrezcan con normalidad los servicios básicos del aula matinal, comedor y actividades extraescolares.
Andalucía necesita humildad y, llegado el momento, si fuera necesario, pedir ayuda porque las cifras acumuladas no nos ofrecen la dimensión real de la pandemia, sino los datos del día a día, y pronto algunas provincias o municipios nos pueden dar desagradables sorpresas si no se admite el problema y se actúa de inmediato.
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