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El valor de la prensa y las redes sin valor

El contrapeso de la libertad de prensa y del ejercicio de las labor informativa no puede ser sustituido por la información recibida por las redes sociales

Publicado: 07/12/2019 ·
20:28
· Actualizado: 07/12/2019 · 20:28
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Autor

Juan Miguel Becerra Vila

Doctor en Pensamiento y Analisis Político. Consultor electoral y Director de SW Demoscopia

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Spanish coffee es un blog en el que el autor analiza la actualidad política del panorama nacional

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Los patrones de consumo de la información han cambiado terriblemente en estos últimos años. La principal forma en la que llega la información a los usuarios habituales de Facebook, Twitter o Instagram es a través de las noticias compartidas por otros usuarios. Para entender la transcendencia de este dato, tomado del último Estudio General de Medios de España, basta con hacer una sencilla proyección por comparativa de la repercusión que tendría una noticia publicada por un medio de prensa nacional y la que lanza un famoso en su red social.

El medio de prensa generalista con mayor difusión en España es El País con un número de lectores diarios de algo más de un millón, le sigue El Mundo con unos setecientos mil lectores diarios. Supongamos que ambos medios publicaran alguna noticia sobre la principal figura del movimiento antivacunas,el británico Andrew Wakelfield, expulsado del colegio de médicos del Reino Unido al haber afirmado que la triple vírica causaba autismo. Imaginemos que Georgina Rodríguez, actual pareja de Cristiano Ronaldo fuera una creyente y apóstol del movimiento antivacunación y publicara una “stories” en Instagram defendiendo a Wakelfield frente a esa información publicada por los dos principales medios nacionales. ¿Qué pasaría? Posiblemente muchos lectores le darán más peso a la información de los medios de prensa que a la opinión de una instagramer. Pero Georgina tiene nada menos que 9,3 millones de seguidores en Instagram, así que su opinión quintuplicaría la difusión que alcanzó la noticia de El País y El Mundo. Pero para seguir complicando el asunto supongamos que su pareja, Cristiano Ronaldo, comparte su publicación y la lanza a sus seguidores en esa red social. Cristiano tiene nada menos que 189 millones de seguidores en Instagram, no es médico, no es periodista, pero como prescriptor alcanza con su opinión una audiencia 100 veces mayor que la de El País y El Mundo juntos.

Volvamos ahora a nuestro terreno de juego. La soberanía exige que su titular, el conjunto de los ciudadanos y ciudadanas, deben tener acceso a la información veraz y conocer la realidad de lo que acontece. Este derecho a la información, esta visibilidad que necesita la democracia, depende en gran parte de la labor que desarrollan los medios de comunicación, el cuarto poder. La información tomada como recurso estratégico debe ser trasladada desde la libertad, la independencia, el pluralismo y la profesionalidad de los distintos medios de comunicación que trabajan en las democracias actuales. Si los medios son controlados por el poder político la democracia se convierte en un eufemismo, pero si estos mismos medios pierden su función como fuentes de información en favor de las redes sociales y de determinados perfiles de distinta naturaleza la democracia pasa a ser solo una insinuación. La calidad de la misma depende del debate público, del control de las políticas públicas y del buen gobierno. El contrapeso de la libertad de prensa y del ejercicio de las labores informativas no puede ser sustituido por la información recibida a través de las redes sociales.

Un estudio realizado por Pew Research Centerde 2017 informaba que las redes sociales se situaron en 2016 por encima de la prensa escrita como medio para acceder a noticias de actualidad entre los adultos estadounidenses. La llegada de Trump al poder no necesita mayor explicación. Las redes sociales ya superan claramente a los periódicos impresos como fuente de noticias en los EE.UU. Este fenómeno también ha llegado a España. El 57 % de los lectores españoles de prensa se informa a través de redes sociales, aunque sólo lee titulares y alguna noticia y usan Facebook, Twitter e Instagram como fuentes de información y prefieren, y esto es ya el patrón de consumo de la información más común, leer las noticias compartidas por otros usuarios. El papel de la prensa nunca ha sido tan necesario como ahora. O devolvemos a los medios de comunicación su función de control del poder político y garantía de contrapeso de la democracia o dejaremos demasiado cerca de las manos de las redes sociales y de sus influencers y prescriptores la opinión, el conocimiento y gran parte de los valores de nuestros jóvenes y la de muchos otros ciudadanos.

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