"Cuando se cede el terreno a los tontos, se les presta atención y se les toma en serio; cuando éstos imponen sus necedades y mandan, el resultado suele ser la plena tontificación de la escena...". Javier Marías.
Tengo estos días la sensación de que aquellos que hace más de cuarenta años lucharon por las libertades y por el sencillo hecho de que opinar libre no fuese un acto de riesgo no imaginaban la deriva que tomaría el asunto llegados a este momento. La inmediatez de las redes sociales y la trituradora que éstas representan y el vértigo a decir algo que suene mal, que sea malinterpretado, que posibilite una reacción en cadena provoca que casi nadie diga lo que realmente piensa o, al menos, que mida tanto cómo lo dice que termina por no ser entendido. Nuestros pensamientos reales, los de verdad, los incrustados en lo más hondo, están sometidos al temor del qué dirán y sólo la verborrea populista radical opina desparramada y libre; política, economía, religión e incluso simpatías por orientación sexual son asuntos espinosos donde hay que entrar con suma cautela ante la posibilidad de que una manada de hienas agazapadas se lancen en tropel contra quien opina, que cada día es menos libre a decir lo que le plazca. Ante eso sucede que emerge la estupidez, la tontería de un montón de mediocres que se han apoderado del escenario porque los que tendrían cosas de interés que decir callan; por temor, por prudencia, porque entienden que llegados a este extremo no merece la pena.
Un ejemplo del discurso vacío es la soberana simpleza creciente del "amigos y amigas", "vecinos y vecinas", "ciudadanos y ciudadanas..." cuando sabido es por quien leído está que en español el plural en masculino representa a ambos géneros gramaticales, por tanto no es necesario el "compañeros y compañeras" porque el "compañeros" nos agrupa a todos sin que por ello las mujeres estén excluidas. Se habla tanto para decir tan poco, es tan aburrido lo que se dice, rezuma tanto temor o es tan elevada la tontería que casi más vale quitarle el sonido a la escena actual y buscarle sentido a la mímica.
Mareas. El muy real que en el PSOE se respiran aires de gran desazón. Al margen de lo sucedido el fin de semana pasado con los cónclaves en Alcalá y Dos Hermanas y la representación y publicidad que ambos tuvieron, tanto el cruce dialéctico público entre aspirantes como, sobre todo, la sensación interna de que se ha perdido el pulso de la calle y costará recuperarlo está sembrado mucha preocupación dentro porque no se ve manera de recuperar terreno. Por primera vez el PSOE-A teme de verdad perder la Junta tras casi cuarenta años de gobiernos ininterrumpidos y eso lo palpa el ambiente político en general, todo acrecentado ante el hecho del cambio que ha de producirse en Andalucía con la previsible marcha de Susana Díaz y que, parece, anunciará su candidatura tras el 28F; no le gusta cómo se está produciendo el proceso y menos esto de participar en primarias con otros dos candidatos, pero no le queda otro remedio que acudir al envite tras la que lleva organizada durante el último año.
La marea blanca con las protestas en la calle por la situación sanitaria es, de todo, lo más inquietante porque la sanidad siempre ha sido el gran bastión electoral y hoy se percibe como uno de los problemas que más inquietan al ciudadano. Todo el mundo tiene de cerca algún caso de queja sobre falta de cama o mal trato en centros sanitarios, entre otras razones porque los recortes han sido enormes, pero el problema está en que la sanidad pública y su imagen está por completo deteriorada y reponerla no va a ser tarea fácil, todo lo contrario. Y es por ahí por donde se agrieta la solidez tradicional del socialismo andaluz, el PP lo sabe y ahondará en ese hoyo todo lo que pueda lo que queda de legislatura.
Cádiz. Es lícito protestar, y manifestarse, y solicitar lo que se quiera, pero montar el numerito mezquino y faltarle el respeto del modo que energúmenos vociferaron contra la presidente de la Junta a su llegada al ayuntamiento de Cádiz solo retrata a quien así se comporta y a quienes, quizás y desde la sombra, promovieron el recibimiento. Recibimiento, por cierto, a quienes han propiciado que hoy Podemos gobierne en Cádiz. Por lo demás, muchas palabras, sonrisas y abrazos para darle cordialidad a un encuentro del que salió, como previsible era, sonora vencedora la presidente, que en estos lances necesita mucho más enfrente para sentirse mínimamente alterada.
Congresos. Ciudadanos abre este año de Congresos. Luego irá el PP el próximo fin de semana, que ni en sus mejores sueños podría imaginar un presente más cómodo; de hecho lo mejor que puede hacer es callarse, aparecer lo justo y no meter la pata porque los demás se están desmoronando solitos. Es más, a este paso van a terminar buscando cualquier excusa para adelantar elecciones para ya mismo porque el escenario empieza a ser de lo más propicio con Ciudadanos en tierra de nadie, el PSOE a latigazo limpio y Podemos descomponiéndose en directo ante las cámaras de televisión para vergüenza, es de suponer, de todos aquellos que eligieron la papeleta morada pensando que era otra forma de hacer política y ven ahora como los niños se matan por el columpio. Por otra parte, hay que tener en cuenta que autonómicas, europeas y municipales son en 2019 y sus fechas no se pueden mover, solo cabría un adelanto de las andaluzas que, en principio, no se va a dar. Las generales serían, por tanto, en 2020, salvo que por lo dicho alguien entienda provocarlas para 2018 y coger así a contrapié a todos los de enfrente.
Cierto es que la deriva hacia la que camina la política nacional y, sobre todo, la internacional, que ofrece en la actualidad uno de los planos más inquietantes de las últimas décadas y es para preocuparse y mucho porque nadie sabe cómo puede terminar todo esto, está dejando sin actividad y casi sin interés la política local, que también ha de celebrar sus congresos para finales del presente año y de ellos confirmar los poderes provinciales y locales de cara a establecer candidaturas para las próximas municipales. Habrá que ir viendo, aunque a día de hoy todos parecen más pendientes de la trastada del día de Trump que de inquinas internas. Pero lo dicho, de todo me quedo esta semana con la desazón de un presente vacío, sin intelectuales, sin referentes ideológicos de cierto nivel, todos consumidos ante esta vulgaridad que de pronto y sin previo aviso se ha adueñado de un momento, más que nunca, nublado y gris.
Bomarzo
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