La educación debe ser el engranaje perfecto para conseguir una sociedad justa, equitativa e igualitaria de la cual debe formar parte tanto la familia y el sistema educativo como la propia sociedad. Es por ello que iremos desglosando parte de este engranaje para poder visualizar lo que nos puede esperar en un futuro próximo si todo sigue así.
El sistema educativo es la base principal para que podamos tener un desarrollo adecuado y una evolución como sociedad. El camino de dicho sistema educativo se enmarca dentro de unas políticas en relación de quién gane las elecciones cada cuatro años y así nuestro sistema educativo se convierte en cada reelección en un barco a la deriva con cambios de rumbos.
Para conseguir un sistema educativo equitativo, justo e igualitario necesitamos inversión, estabilidad, respeto, reformas estables y permanentes, formación continuada… Pero parece ser que nuestra sociedad no prioriza, para nuestra sociedad nuestro sistema educativo es una baza con la que jugar mientras van amordazando, burocratizando y castigando a su antojo.
Ahora bien, una cosa es el sistema educativo y otra bien distinta la educación. La educación, a pesar de estar interrelacionada con el sistema educativo, no es intrínseca la una con la otra pues si pensamos bien, no hace mucho, no se recibía una educación a través del sistema educativo, pero sí sabían lo que era la educación, el respeto, el trabajo en común, valores, empatía, pensamiento crítico y ahora... ¿Ahora qué?
Mientras un sistema educativo nos colma de conocimientos, habilidades y aprendizaje; la educación, como ya dijo Mandela, “es el arma más poderosa que puedas usar para cambiar el mundo” y, para ello, todos debemos formar parte de ella.
Me pregunto qué persona no querría formar parte de una sociedad justa, igualitaria y equitativa. Y ahí es justo cuando me doy cuenta que nos hemos convertido en justo lo contrario. Nos hemos convertido en una sociedad individualizada, egoísta, egocéntrica, del ya y ahora, de las guerras, del mal uso de las tecnologías, sin tiempo, sin pensamiento crítico, en definitiva, una sociedad a la que da miedo asomarse.
Las familias no podemos ser cómplices de sembrar una raíz que no fomente el respeto, base de cualquier educación y justo es lo que nuestra sociedad está perdiendo. Mientras hace menos de diez años ser señalado por ser un maleducado o por menospreciar la educación era una vergüenza, ahora es justo lo contrario.
Una sociedad que hace mucho dejó de escuchar para dar paso a la ignorancia más atrevida (de manera más contundente si cabe) gracias a internet, pues mientras unos cuantos sufren el síndrome de la superioridad ilusoria por el cual las personas con menos conocimientos tienden a sobreestimar sus ideas, cualidades y conocimientos, priorizando la ignorancia.
A vosotr@s si estáis leyendo y tenéis hij@s, por favor, no lo eduquen en el aquí y ahora, ni en lo quiero y lo tengo.
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