Atando Cabos

Estomagantes

Me gustaría volver al siglo de Oro y no privarme de usar la lengua como arma, porque, vivo o muerto, un irritante, debe ser considerado como tal

Publicado: 24/09/2019 ·
22:26
· Actualizado: 24/09/2019 · 22:26
Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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Esta palabra parece estar ya en desuso, pero a mí me parece precisa para definir a algunas personas. Las cuáles, además de tener la cualidad de ser extremadamente desagradables, nunca aparecen como tales en sus necrológicas. ¿Es que nunca muere un estomagante? No puede ser, porque Dios, en su bondad, los hace perecer igual que a los demás.

¿Quién podrá decir a su muerte que Donald Trump no lo fue? Pues no habrá nadie en todos los Estados Unidos que el día de su defunción lo trate como tal, aunque su altura moral no haya ido más allá de las suelas de sus zapatos, tanto con las personas como con el planeta.

Me gustaría volver al siglo de Oro y no privarme de usar la lengua como arma, porque, vivo o muerto, un irritante, debe ser considerado como tal. De ahí que me decida a hacerle una necrológica que sirva a un estomagante, llámale hache o presidente americano: en la fecha de ayer, murió fulanito, por fin descansamos de él, que no le sea la tierra leve. Desde joven fue presuntuoso y en vez de bajarle los humos, más de uno le bailo el agua. Gran error de la debilidad humana que hace a algunos individuos pegarse al fanfarrón, aunque éste no le dedique más que sapos y culebras. ¡Vaya tropa! Pensarán, de estos siempre humillados, pero son del tipo “dame pan y dime tonto”, no sufran por ellas y ellos, saben bien hacerse los suecos y si no existieran, tal vez, no habríamos de sufrir a sus mecenas.

Habrá quien diga que algo bueno siempre se pueda decir de alguien, pues de éstos no busquen, el único fondo que podrán encontrarle es el de reptiles. Caja nutricia que hace engordar sus carteras y llenar las piscinas de sus casoplones.

También se produce el estomagante de clase media y baja y aún así distinguible por altanero. Tienen a bien cerrarse en banda ante las opiniones de los demás. Si alguna vez se le apareció amable, desconfíen, no son más que cantos de sirenas. No le den cuerda, póngalo en su sitio, tal vez así aprendan que son de la misma altura que el resto de los mortales.

Esa nausea, que sube sólo con mirarlos y que se acrecienta al escucharlos, es el aviso que nuestro cuerpo nos da para advertirnos de ante quien nos encontramos, no dejen de prestar atención a estas señales. Es muy fácil tenerlos como jefes, para ellos su lugar natural, abandonen ese trabajo y pasen hambre, con el tiempo se darán cuenta que cualquier cosa mejor que sufrir a un estomagante.

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