En los últimos diez años han desaparecido treinta millones de gorriones. No creo que hubiéramos reparado en ello si la organización ecologista SEO/Bird Life no hubiera hecho público su estudio. No saben bien las causas de la disminución de esta ave urbana. Espero que lo averigüen. Para mí, las ciudades parecerían muertas sin estos alados pobladores que acompañan nuestros despertares y nuestros pasos por la acera. ¿A quién puede importarle una noticia cómo ésta? Eso también me preocupa, que quienes la oigan la tomen como una mera anécdota del día. Porque son pequeños, pero no perderlos me parece una gran causa.
Lo que interesa a las mayorías, es a lo que los políticos atienden. Aquí mismo en nuestra ciudad, cualquier cosa relacionada con la Semana Santa o la Feria, podrá superar el lento engranaje burocrático sin demora. Pero las pequeñas causas duermen el sueño de los justos, esperando que los interventores den su visto bueno. El caso de la biblioteca de la zona sur, cerrada por las tardes, que es cuando los estudiantes de la zona la necesitan. ¿A qué chaval no le mandan hacer trabajos por ordenador? Este recinto cultural solventaba este problema a quienes no lo tienen, porque sí, hay quienes carecen de ellos en sus casas. Es además un buen sitio para estudiar y consultar para quienes no disponen de espacios tranquilos en sus hogares. Las campañas de fomento de la lectura son muy necesarias. El acceso al libro, con los préstamos, imprescindible.
Los centros escolares de la zona han hecho protestas delante de la biblioteca de San Telmo pidiendo la vuelta de estos recursos tan importantes. Este acceso a la cultura no puede ser un lujo para la zona sur. No es la primera vez que hablo de este tema, llevo años haciéndolo y la situación, tristemente, continúa estancada.
¿De verdad resulta un gasto no asumible por el ayuntamiento? Respondan ustedes mismos.
Hay otro pequeño gran tema esta semana: están dejando morir Garvey. Es una historia vieja, la vivimos cuando las primeras multinacionales compraron nuestras bodegas, desgraciadamente se repite tantos años después. El filipino grupo Emperador compró estas bodegas en 2017. Dos años después cierra su planta de embotellado reduciendo al mínimo los trabajadores. Los sindicalistas son los que alertan de este principio del final. Cuando den el cerrojazo definitivo no será noticia porque el proceso se ha ido dando por pasos.
Las pequeñas causas y sus víctimas pasan de soslayo entre las grandes noticias.
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