Atando Cabos

“Allí, donde no llegan las palabras”

Antonio Aguayo es un fiel batallador en la causa feminista en todo lo que hace y en esta novela no podía ser menos

Publicado: 12/12/2018 ·
09:11
· Actualizado: 12/12/2018 · 09:11
Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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Centenares de alumnos saben en Jerez quién es Antonio Aguayo Cobo, porque fue profesor durante más de treinta años en el instituto Caballero Bonald. Pero para quién no lo conozca, Antonio es un gallego, profesor de arte, con premio fin de carrera, enamorado de estas tierras. Sobre cuyas obras artísticas ha escrito y mucho, entre otros, tres volúmenes sobre el Renacimiento jerezano. Le he seguido por Jerez para que me explique la simbología de cada animalillo, objeto o personaje de las fachadas jerezanas. Este recorrido lo hace agradable a los niños en su libro “Manolito y los animales de piedra”. Con él bajo el brazo desentrañaran estos misterios a sus hijos.

Además, Antonio es un fiel batallador en la causa feminista en todo lo que hace y en esta novela no podía ser menos. Aquí se unen sus dos pasiones el arte y la lucha por los derechos de la mujer. Puede que esto convierta su novela en transgresora, por el peso de los personajes femeninos. Yo prefiero pensar que, en visionaria, porque día a día rescatamos del olvido a grandes mujeres de la historia y es justo que se novele en esta línea. En esta biografía imaginada de Pedro Fernández de la Zarza, maestro mayor del templo de San Miguel, durante cuarenta años. Su figura queda a la par de la de su esposa, fiel colaboradora de cuanto hace. Pedro repara en cuán injusta es la posición femenina, relegada a un segundo plano a pesar de su inteligencia y preparación. Estoy segura de que hubo de haber algunos hombres igual que Pedro, igual que los hay hoy, aun cuando algunas veces cueste pensarlo viendo lo lejos que estamos de la igualdad de derechos y lo cerca de personajes como los de la manada.

Esta obra introduce a Jerez en el convulso siglo XVI, marcado por figuras como Erasmo y la cerrazón y la oscuridad del Concilio de Trento. El aperturismo de pensamiento sobre el hombre y la religión de las tertulias quedará diseminado por el miedo. El tenebrismo inquisitorial volverá a ceñirse sobre la ciudad y sólo los más aventurados se atreverán a pronunciarse en público sobre sus ideas, los demás callarán para sobrevivir. Es interesante reflexionar sobre la alternancia de tiempos de luz y de oscuridad, ahora que Europa vuelve a desenterrar el fantasma de la ultraderecha y no para de darle cuerpo.

Por último, no faltan secretos por desvelar del gran templo jerezano que tiene mucho que decirnos aun después de tantos siglos. Los amantes de nuestro patrimonio disfrutarán con ellos.

Gracias Antonio, siempre tan modesto, por acercarnos a la historia jerezana de la forma más agradable, a través de una novela.

 

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