En román paladino

Siéntate y habla

No es tema menor que el presidente de la Generalitat haya querido aprovechar la violencia en las calles  para exigir una reunión con el presidente del gobierno

Publicado: 22/10/2019 ·
21:32
· Actualizado: 22/10/2019 · 21:32
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Nada más conocerse la visita del presidente del gobierno en funciones  -Pedro Sánchez- a Barcelona los canales de información del Tsunami Democrático - el nuevo modo de movilización independentista - llamaron a concentrarse ante la delegación del gobierno con carteles  de “Siéntate y habla”. La pretensión  del presidente de la Generalitat -Quim Torra- es asumida inmediatamente por el Tsunami. La conexión entra la política de Torra y el nuevo ente creado en una reunión bajo la presidencia de Puigdemont es total. El eje simbiótico de Puigdemont y Torra es el dominante en el poder en Cataluña porque las esperanzas depositadas en una reacción de rebeldía de Esquerra Republicana siempre se frustran. Esa semilla siempre se malogra. 

No es tema menor que el presidente de la Generalitat haya querido aprovechar la violencia en las calles  para solicitar -para exigir - una reunión con el presidente del gobierno.  Lo consabido -unos mueven los árboles y otros recogen los frutos- sigue funcionando La reunión con Sánchez no ha sido solicitada por Torra nada más conocerse la sentencia para situar el tema  catalán -que existe, sin duda- en términos racionales sino tras los actos callejeros de violencia. El presidente ha tenido que exigirle que antes de cualquier reunión debe: "Condenar la violencia de forma rotunda; amparar a las fuerzas de seguridad que la combaten; y evitar la discordia civil”. Lo ha acusado de volver la espalda a las fuerzas de seguridad y de ignorar a más de la mitad de la población catalana que no comparte sus postulados soberanistas.

Un gobernante que no condena terminantemente la violencia y que llama a la desobediencia civil no puede seguir en su puesto. Como ciudadano su posición puede ser la que quiera y pueda pero como presidente ni lo uno ni lo otro es aceptable. El “apretad, apretad” de Torra lo convierte en un interlocutor imposible. El “¡Apretad!” se ha convertido en “¡Que cojones!” al enterarse de que Pedro Sánchez no se le ponía al teléfono.

Se discute que se podía haber haber empleado mas fuerza en los sucesos de Barcelona. A la vista de los sucedido en Chile, con estado de excepción, trece muertos y más de  mil quinientos detenidos y 9.500 militares controlando el estado de sitio y el “Estamos en guerra” del presidente Piñera… más vale la desinflamación  paulatina, pero firme, empleada en Cataluña. Siguen las detenciones “en frío”.

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