Acento andaluz

Moreno mirará a los ojos a los jóvenes

Sólo dos de mis amigos de infancia y adolescencia en Cádiz siguen viviendo en la capital o provincia gaditanas. El resto emigró en busca del trabajo...

Publicado: 20/01/2019 ·
21:47
· Actualizado: 20/01/2019 · 21:47
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Autor

Fernando Pérez Monguió

Presentador de 'Acento Andaluz' en 7 Televisión y jefe de informativos de la Cadena SER Andalucía

Acento andaluz

Fernando Pérez Monguió analiza en este espacio la actualidad andaluza, con fibra progresista y corazón social

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Sólo dos de mis amigos de infancia y adolescencia en Cádiz siguen viviendo en la capital o provincia gaditanas. El resto emigró en busca del trabajo que se les resistía. Muchos de mis compañeros, andaluces de distintas provincias, con los que estudié en la Universidad en Sevilla no residen en Andalucía. Viven y trabajan en Madrid, Cataluña, Alemania, Francia y Perú. Mi hermana y mis sobrinas estuvieron varios años en Galicia y un primo suma ya varios países europeos y latinoamericanos. Y yo mismo viví en Canarias unos años porque mi padre encontró un mercado para sus habilidades artísticas que ya no le ofrecía Cádiz.

La emigración forzosa por el paro es una de las realidades más dolorosas que se puede experimentar. Se reemplaza el empleo por el desarraigo familiar y amistoso con el terruño porque el lugar que quieres no te ofrece las posibilidades que necesitas para poder fabricar un proyecto de vida. A esa emigración han sido condenados decenas demiles de jóvenes andaluces que se sienten traicionados por su tierra después de recorrer el camino convencional que les trazaron para ser personas hechas y derechas. Muchos son jóvenes universitarios o con una formación cualificada, idiomas y uno o dos másteres. Hicieron todo lo que les dijeron: fueron estudiantes aplicados en el colegio, el instituto y la universidad; se fueron de Erasmus para consolidar un idioma extranjero y para enriquecer la mente; se especializaron en postgrados que compaginaron con prácticas no remuneradas en varias empresas, y cuando terminaron su ciclo de formación vieron que en la isla a la que acababan de llegar tras nadar toda su vida no había nada. Absolutamente nada.

Conozco de primera mano la angustia y desazón que han sentido muchos de mis conocidos, pero este relato lo pueden suscribir la mayoría de andaluces de mi generación y de otras posteriores. Es el paro juvenil, una de las peores manifestaciones del mal bíblico que parece ser el desempleo en Andalucía.

Me parecería una osadía imperdonable atreverme a exponer las razones -muchas, variadas y complejas- que condenan al drama de la desocupación a tantos paisanos. Es tarea de economistas, historiadores y, sobre todo,de políticos dar con esas respuestas. Por ello, saludo que el nuevo presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, haya fijado en la investidura y toma de posesión su “empeño” de crear empleo, especialmente para los jóvenes a los que quiere “mirarles a los ojos para decirles que son fundamentales para esta sociedad y merecen las oportunidades que hasta ahora no han tenido”. Ojalá tenga suerte en tal colosal empresa.

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