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Arcos

Francisco Javier Ramírez nos invita a resucitar con Cristo

El pregonero dio especial prueba de su amor mariano y su gran conocimiento de las hermandades

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  • Pregón oficial de Semana Santa. -

El hermano mayor de la hermandad de Nuestra Señora la Virgen de la Salud de Jédula, Francisco Javier Ramírez, expuso sus sentimientos hacia la Semana Santa arcense en un pregón oficial emotivo e intenso desde el primer momento. El acto celebrado el pasado domingo a las seis de la tarde en el teatro Olivares Veas reunió a decenas de cofrades y, en la presidencia, al alcalde de la ciudad, Isidoro Gambín; al vicario diocesano para la Sierra, Luis Piñero, y a la presidenta del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, Mari Nieves Sánchez. El pregonero, como no podía ser de otro modo, convocó a familiares y amigos para arroparle en tan significativa cita.
El acto comenzó con la lectura del acta de designación del pregonero por parte de la secretaria del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, Francisca Sánchez. Seguidamente, se dio paso a la saeta interpretada por Juani Rodríguez y a continuación la posterior presentación del pregonero a cargo de quien fuera hermano mayor de las Tres Caídas Andrés Camarena.

El pregonero reeditó recuerdos de su infancia y se atrevió a golpe de verso con el Domingo de Ramos: “El olivo de las manos/ de un niño que sin saberlo/ firma un pacto de por vida/ para ser siempre cofrade/ al salir La Borriquita./ El olivo que es testigo/ de la escena en que el traidor/ vendió por treinta monedas/al Divino Salvador./ El olivo de los campos/ de este buen pueblo serrano/que llena de gris y verde/el aire que roza a Cristo/cada Domingo de Ramos./ El olivo que renace/ cuando bebe de la fuente/de la Virgen Mediadora/ Fuensanta que es quien nos colma/de bendiciones y bienes./ El olivo que convierte/  su puro fruto en aceite,/ que inmola todas sus ramas/ y sus olivas desprende,/nos recuerda el sacrificio,/y ese divino amor/ que nos brinda Nuestra Madre/y también Madre de Dios./ El olivo que se torna/ de un inmaculado blanco/cuando lo nieva la Virgen/del escudo mercedario./ El olivo que es eterno,/lo mismo que nuestra fe,/es el testigo que a Dios/ recibe cual soberano;/ testigo que cual ladrón/ lo vio siendo maniatado./ Más será ese mismo olivo/que no sucumbe a los años/ quien testifique que el hombre/de aquel Domingo de Ramos/reina en la gloria del cielo/con el Espíritu Santo,/su Padre y la Santa Virgen/que de las Nieves llamamos.”

Tras detenerse unos instantes ante su Virgen del Rocío, siguió en clave de verso dedicando hermosas palabras a las hermandades, en este caso a la del Martes Santo: “Esa espalda padre mío/ sabes que debe ser mía/ y recibir yo los golpes/ que te damos cada día./  Solo me queda el consuelo/ de saber que mientras pasas/ en los látigos al aire/que se clavan en tu espalda/ va la redención del mundo/ con sangre y gloria marcadas./  Pero al mirarte mi cuerpo/ hace temblar sus entrañas/ y se derrumba mi ser/y se desploma mi alma”.

Y además nos habló de sus sentimientos hacia la infancia y hacia el Niño por antonomasia de nuestra Semana Santa: “Quien fuese siempre un niño para vivir así. Poniendo la fe, poniendo aquello en lo que uno cree por encima de todo. Estrenando sonrisas cada día y con la ilusión sin desenvolver. Quien fuese niño y viviera por siempre teniendo al lado la sincera compaña del Niño que vino de Roma…”. Y palabras la Resurrección de Cristo como el hecho que da sentido a tanta penitencia: “La gloria resucitada/que va de Arcos al cielo,/ es Aleluya que gritan/ dos erales por mi pueblo./ La gloria de quien creyó,/ la gloria y la salvación”.

Y sin un aparente orden cronológico, como dejándose llevar por el criterio divino, el pregonero nos describió con amor la tarde de un Viernes Santo: “Dulzor de la tierra mía,/ de Jesucristo dormido,/esperando la mañana/en los brazos de su Madre/sin importarle más nada./Dulzor de la tierra mía,/Quinta Angustia y su mirada./¡Qué dulce me sabe Arcos!/¡Qué dulce el Niño que pasa”/y abre sus brazos gritando/un mensaje de esperanza,/que vivamos como niños/que todas las penas pasan!”.

Sus últimas palabras fueron: “En Arcos la fe nos sobra,/en Arcos vive su madre,/ en Arcos mi Cristo muere,/ y en Arcos hermanos/ resucitemos con Él.”

Tras finalizar el pregón, la buena cantaora Juani Rodríguez volvió a ofrecer una saeta. Después, se trasladaron algunos presentes al pregonero ante el aplauso entregado del respetable.
Para cerrar el acto, tomaron la palabra el vicario de la Sierra para felicitar al pregonero por sus palabras. El alcalde expresó igualmente su felicitación al pregonero, mostrando su sorpresa por tan bella oración, y se reiteró en el compromiso de su Gobierno con la Semana Santa de Arcos.

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