Grabando

Publicado: 28/10/2016
"Un cuerpo en pleno acto de amor es algo sagrado, inviolable, y colgar sus caricias o sus orgasmos en Facebook me parece un acto deleznable, ruin y asqueroso"
Vaya tela con la manía que han cogido ahora más de cuatro tontos grabándose mientras mantienen relaciones sexuales. Por lo visto no se conforman con follar y ya está, que es lo que han hecho las criaturas toda la vida de Dios, sino que no disfrutan como no sea dejando constancia en el móvil, para luego repasar las jugadas más interesantes o enseñarlo a los amigos. Hace unos días dos jugadores del Éibar hacían el amor con una joven y grabaron la hazaña, no se si para enseñar a sus compañeros de equipo jugadas nuevas, y parece que entre algunos mocetones está de moda pedirles a sus novias fotografías a través del móvil, y no precisamente de la cara.
Siempre ha existido la pornografía, donde la gente más o menos profesional era grabada para recalentar luego a viejos verdes, pero esto de ahora me parece una infección social que tiene su consecuencia en la banalización del sexo, en la deshumanización del cuerpo y en la degradación de la persona.

Un cuerpo en pleno acto de amor es algo sagrado, inviolable, y colgar sus caricias o sus orgasmos en Facebook me parece un acto deleznable, ruin y asqueroso. Ya sé que hemos llegado a un punto donde lo que no sale en Facebook no existe, pero hacer espectáculo de un acto tan íntimo, tan sagrado, es alcanzar ya el máximo grado de la perversidad.

Tenemos por culpa del móvil a más de cuatro mozos en prisión. No sé si recuerdan ustedes a ese comando sevillano de garañones que se dedicaba en los Sanfermines a violar jóvenes, grabar el delito y mandar el documento a sus amiguetes. A ver si en prisión se les quitan las ganas de móvil y terminan añorando aquellos teléfonos antiguos, negros como el tizón, que sólo servían para llamar por teléfono. Dicho sea, por supuesto, con la debida presunción de inocencia, que uno viene de la Justicia y cree firmemente en que nadie es culpable hasta que no lo diga una sentencia firme.
En fin, que más de uno, ahora, cuando está con su pareja en la alcoba, o en el interior del coche, o donde sea, en vez de decirle te quiero y esas cosas,  sale con el nada romántico “grabando, grabando”. Que a lo mejor rompe un poco el clímax, vale, pero y lo bien que queda luego enseñárselo a los amiguetes en la barra del bar, para que se descojonen y se mueran de envidia…

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