Arcos

La cera

"Un serio problema de orden público al que no podemos estar ajenos y que, me consta, tiene preocupadas a las autoridades locales, que además se enfrentan a reclamaciones económicas por daños y perjuicios”

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Cada vela es un alma que enciende el grande y piadoso mosaico de nuestra Semana Santa. Cada vela es un suspiro amarillo, un Padrenuestro de luz que se eleva a Dios pidiendo lo de siempre, el pan nuestro de cada día, la salud para los nuestros y el hágase tu voluntad aquí en la tierra. Los que amamos nuestra Semana Santa sabemos que cada vela encendida es una oración callada, una estrella temblorosa que portan las manos de las adolescentes pálidas o de los curtidos penitentes.
Pero ocurre que las velas derraman la cera sobre nuestras calles, convirtiéndolas en peligrosas pistas donde mantener el equilibrio cuesta trabajo. Todos los años, después de Semana Santa, nos enteramos de que fulanito se ha partido un brazo porque ha resbalado en tal o cual calle, o que un coche se ha deslizado Cuesta de Socorro abajo. Un serio problema de orden público al que no podemos estar ajenos y que, me consta, tiene preocupadas a las autoridades locales, que además se enfrentan a reclamaciones económicas por daños y perjuicios.

Cree uno que los artículos periodísticos, aunque no necesariamente, pueden tener funciones de servicio público, como un Ambulatorio o un puesto policial, y así, con éste de este viernes, me atrevo a proponer que antes de que se enfríe el asunto y lo dejemos parado hasta la próxima Pascua de Resurrección, donde seguirán los resbalones y los patinajes indeseados, se busque una solución que, me consta también, da que pensar a las Hermandades.

He entrado en Internet estos días y he comprobado cómo en algunos pueblos se están empezando a hacer populares unos dispositivos nada aparatosos que colocados en los cirios sirven para recoger la cera y evitar que se derrame en las calles. Ya sabemos que el riesgo cero no existe en nada y que algo puede caer al suelo, pero desde luego con esta especie de tulipa que digo se evitarían muchos de los traspiés y disgustos que ya sabemos.

Así que adelante, a tomar decisiones y  dar soluciones, que las hay. Todo menos quedarnos quietos, unos por miedo a trastocar cualquier tradición en lo más mínimo y otros para no molestar a los votantes. Y yo me entiendo. Y ustedes me entienden.

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