Ahora mismo, mientras usted lee esto, Santiago Escalante, el escritor, actor, dramaturgo Santiago Escalante, está sacando a Andalucía a pasear por América. El próximo otoño se representa en nuestro teatro su obra Madre Amadísima, y se presenta su novela del mismo nombre.
Madre Amadísima no es una historia de provocaciones ni de reivindicaciones, sino la historia de un ser humano en la encorsetada y tenebrosa España de los años cincuenta del siglo XX. No busca provocar, sino normalizar en unos tiempos donde la homofobia avanza a grandes pasos.
Santiago Escalante, que se ha venido a vivir con nosotros, aquí en Arcos, nos habla de esta y otras obras.
Primero obra de teatro, luego película, para pasar a la novela y luego de nuevo al teatro. ¿Da para tanto esta Madre Amadísima?
—Primero fue obra de teatro porque yo en esa etapa estaba escribiendo unicamente teatro –aunque ya había hecho cine como La Duquesa Roja producida nada menos que por Andrés Vicente Gómez y protagonizada por Rosa María Sardá y Loles León- lo de llevar Madre amadísima al cine fue cosa de la directora Pilar Távora que vio la historia en teatro y quiso contarla cinematográficamente. Hice el guión y la película se estrenó en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y luego en España y multitud de festivales internacionales en Europa y Estados Unidos. Ahora se está estrenando en México, Argentina, Perú, etc. Lo de la novela fue una necesidad mía de darle más vida y aire a una historia que me lo pedía. Devolverla de nuevo al teatro después de diez años es un homenaje mío a mi propia historia. Y si da para tanto… bueno, ha seguido el cauce normal de una historia que interesa pero al revés. Lo normal es primero la novela, y de ahí vienen las adaptaciones al cine o al teatro. Desde la salida de la novela en octubre pasado se han recibido más de 200.000 visitas en su lugar en Youtube.
¿Qué es exactamente Madre Amadísima?
—Es un paseo por la Andalucía de los últimos sesenta años, por la Andalucía más canalla y divertida, y por sus tristezas. Aunque, bueno, los andaluces contamos nuestras miserias riéndonos de ellas. Es un trozo de Andalucía. Por Madre Amadísima se pasean desde los personajes principales hasta Caballero Bonald.
¿No teme usted escandalizar con una temática donde se mezcla la homosexualidad con el sentido religioso?
—No, porque Madre Amadísima fue creada para conciliar no para escandalizar o echar más leña a algo que ya arde demasiado. La historia no mezcla la homosexualidad y la religión; es un señor de 54 años vestidor de una virgen en su pueblo y que tiene a esa figura religiosa como protectora. Cuando muere su madre él la tiene sólo a ella como figura maternal en el mundo, y por eso le cuenta las cosas que teme –que son muchas- o las que vive con alegría –que son pocas pero dignas de celebrar. He conseguido que los gays vayan a verla acompañados de sus padre y de sus amigos heterosexuales, y que todos salgan con un debate sobre la mesa.
En estos días se celebra en Arcos el día del Orgullo Serrano, una reivindicación festiva que pretende un tratamiento normal de la homosexualidad. ¿Cómo ve usted la homofobia hoy?
—No sabía nada y estoy viviendo en Arcos. Todo lo que sea fiesta a mi me encanta. Yo no me veo representado en absoluto en las fiestas gays esas madrileñas con carrozas llenas de amanerados vestidos – bueno casi vestidos- y bailando las canciones más gays de la historia de los gays. Yo lo que celebro es la normalidad cuando salgo cualquier día del año. Hoy las cosas de la homofobia han dado pasos agigantados hacia atrás. Y desgraciadamente no sólo en lo que a la homofobia se refiere. La casta política –y sobre todo su comportamiento- ha conseguido que algunos seres que ya eran poco humanos en España sea menos humanos que nunca. La gente intolerante y homófoba aprovecha cualquier despiste para volver a hacer de las suyas.
Volviendo a Madre Amadísima y entrando ya en terrenos estrictamente artísticos, ¿qué puede aportar a una misma obra, que por tanto tiene un mismo mensaje, el formato teatro, el formato cine o el formato novela? O dicho de otro modo, ¿hay cosas que se entienden mejor si se representan sobre las tablas, sobre la luz, o sobre la prosa?
—A mi Madre Amadísima me ha dado la posibilidad de trabajar literariamente una misma historia en tres formatos que literariamente son la luna y el sol. La novela es el estado literario perfecto para esta historia donde el escritor se puede permitir distraerse en detalles y recovecos; el cine es una adaptación de ese estado literario y raras veces consigue atrapar el alma de la historia en su conjunto, pero lo importante en la literatura cinematográfica es contar lo máximo posible en imágenes, sin palabras. La adaptación de Muerte en Venecia es para mi el mayor logro de la historia de las adaptaciones de novela al cine. El teatro es otra cosa. Las tablas aguantan mejor este tipo de envites. Yo adoro el teatro. Estos días comenzó en Miami la gira de un espectáculo mío tan andaluz que nunca pensé que fuera entendido en las Américas y mucho menos en la del norte. Ver esa obra, Deliciosa provocación, estrenada nada más –y nada menos- por Orlando Urdaneta y verla girar por Estados Unidos y diferentes países americanos me enorgullece porque estoy llevando Andalucía a dar una vuelta por el mundo.
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