Todo el mundo miró al Estado. Ciudadanos, ayuntamientos y comunidades autónomas, tertulianos, la gente de la cultura, el pueblo, empresarios, los líderes sindicales… cuando llegó la crisis todo el mundo miró al Estado. España es un país cuasi federal. Cuando llega la Navidad todos los presidentes dan sus discursos en las televisiones regionales, administran presupuestos muy importantes, organizan la mayor parte de los servicios y los parlamentos deciden sus prioridades. Han podido ejercer sus competencias plenas en sanidad hasta el día 14 de marzo que entró en vigor el estado de alarma, después de que la OMS elevara el 11 de marzo la situación de emergencia de salud pública a pandemia internacional por el COVID-19.
España no puede funcionar, como democracia, como un estado centralizado después del establecimiento del Estado de las Autonomías. Eso sólo lo defiende la extrema derecha, que añora el centralismo franquista, y no sólo eso, también un junta técnico-militar. Pero lo cierto y verdad es que han existido disfunciones. Tras el estado de alarma, todas las autonomías - responsables de la sanidad y de las residencias de mayores- se han dirigido al Estado con exigencias de material -respiradores, mascarillas, vestimenta sanitaria de seguridad -, de personal y de medios económicos, pero habían tenido hasta el 13 de marzo plena autonomía para la puesta a punto completa de todos los dispositivos.
Llama la atención que no haya habido traslados de enfermos entre comunidades. Hay preparados tres AVE adaptados para 18 enfermos cada uno, pero sin traslados. Francia ha trasladado enfermos a Alemania, Suiza y Luxemburgo e Italia a Alemania. Por supuesto han trasladado enfermos entre sus regiones, de las más afectadas a las menos. Las autonomías han hecho un enorme esfuerzo, pero han abusado reclamando ante el Estado mientras que ha habido poca solidaridad entre ellas. Cuesta ver la existencia de un efectivo Sistema Nacional de Salud. El peligro de los compartimentos estancos está ahí, salvo para algún préstamo de material sanitario u ofrecimiento de UCI. Algo falla. No es el Estado de la Autonomías sino la manera de hacer política partidista y de identidades diferenciadas -Madrid siempre contra el Estado y la UME frenada en Cataluña-.
Resulta rechazable siempre, pero en un periodo de esta gravedad es bochornoso. En fin, “Cuando despertamos el dinosaurio (el Estado) todavía estaba allí”. Monterroso dixit. Y que siga.
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