Cincuenta años hace desde que unos norteamericanos dieron unos saltos sobre la Luna y la política española sigue su rastro porque ya está estacionada cerca, en las nubes. No es normal que formar gobierno en España sea tan complicado. Los vetos mutuos y el afán de protagonismo se acercan al paroxismo. No es razonable lo que está sucediendo. Los culpables no son los ciudadanos que votaron y eligieron a sus representantes. Son éstos últimos los que tienen la patata caliente en sus manos y los líderes políticos los que tienen mayor responsabilidad.
Como la investidura -y la subsiguiente formación del gobierno- no parece que se esté encarrilando, para que se desprenda un resultado positivo, empiezan a moverse algunas fuerzas políticas para preparar el posible nuevo escenario electoral del 10 de noviembre. Una nueva convocatoria electoral no sería deseable, ni aconsejable, porque han tenido lugar demasiadas votaciones seguidas y un montón de problemas esperan con urgencia cuando menos un principio de solución. Son retos de país que no pueden esperar eternamente porque el diapasón de la “electoralitis” no baja nunca. No se puede esperar más cómo arreglar el sistema de pensiones y darle la la solidez de la que carece, reformar la enseñanza para educar a las nuevas generaciones, no perder el tren de los cambios tecnológicos y ganar competitividad, equiparar a España en el nivel medio europeo de desempleo y afrontar en serio las consecuencias ya muy visibles del cambio climático que ya afecta a España.
El resultado de los bloques izquierda –derecha esta vez cayó hacia la izquierda. En el interior de cada bloque el reparto sin embargo es diferente. En la izquierda el PSOE supera a Unidas Podemos con holgura y en el de la derecha hay un pugilato bastante igualado entre PP y Ciudadanos con un acompañante menor, Vox. Hay voces que reclaman que los tres partidos de la derecha – o al menos los dos importantes- vayan unidos en las provincias más despobladas, donde el voto es poco proporcional. En el otro bloque – el de la izquierda- hay un posible nuevo candidato a competir, Iñigo Errejón. Al estilo de Suma Navarra, funcionaría un Suma España y al modo de Más Madrid podría surgir Más España. El mapa electoral resultante no sería igual al de las anteriores elecciones generales. La derecha recuperaría posiciones y Podemos tendría un competidor directo.
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