O quizá no. Puede ser que vayan empezando a ser en serio. El PP se ha comportado con Vox como el hermano mayor que protege al menor. Sin tener presencia parlamentaria nacional lo subió al “estrado de la verdad de España” en la plaza de Colón de Madrid, para la puesta de largo de su socio protegido, descarriado y a punto de volver a casa. Pero la película no ha rodado conforme a los planes previstos por Aznar y Casado.
El engatusamiento del PP a Vox funcionó en Andalucía. A cambio de promesas –que a cada instante que pueden, al menos hasta las próximas elecciones- manifiestan que no piensan cumplir lo firmado. La alianza - a espaldas del otro socio de gobierno- anda en medio de la desconfianza. El partido ultra está enseñando su cara en antifeminismo, en inmigración, en enseñanza etc. y el PP resiste y hace como que no se entera y Ciudadanos directamente no se entera.
Ahora, cuando se acerca la hora de la verdad, el tripartito se agrieta. Ciudadanos le hace al PP “opas hostiles” donde puede, aunque la más notable le haya salido francamente mal. El fichaje de Silvia Clemente, presidenta de las Cortes castellana-leonesas, ha significado el levantamiento de las sospechas sobre el resto de las primarias de Ciudadanos.
La propuesta del presidente del Partido Popular de que Vox no se presente en las provincias donde, por el escaso número de diputados a elegir, no le estorbe con sus listas Vox, ha caído en saco roto. Tampoco se ha aceptado el mismo razonamiento para el Senado, donde funciona el voto mayoritario. La intención de Vox es presentarse en toda España, donde puede obtener unos resultados impensables antes de las elecciones andaluzas de diciembre. “Vox dice lo mismo en toda España, en provincias grandes y en provincias pequeñas. Vamos a dar la oportunidad para que la España Viva vote sin miedo y contra el miedo” ha sido la respuesta de Abascal a Casado. Entiende que lo mismo le podría pedir a la inversa en determinadas circunscripciones Vox al PP. Así que de acuerdo preelectoral, nada. Después de las elecciones está más que cantado. En medio, delante o detrás, Ciudadanos aparece más desdibujado que nunca. Casado, haciendo gala de la gran finura intelectual que le caracteriza, pide todo ello para que el electorado evite tener otro Gobierno “frankenstein o sanchenstein".
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