Tiene toda la razón el líder de Podemos, Pablo Iglesias, cuando dice que toma las decisiones en la vida personal que estima pertinente. ¡Faltaría más! Irene Montero, su mujer y portavoz parlamentaria, ha dicho algo parecido y es más que razonable. Son sus hipotecas, se trata de sus dineros, de sus futuros hijos y de su educación y bienestar. Iñigo Errejón también ha salido en auxilio de Iglesias y Montero por el “intolerable acoso y violación de su vida privada”. En general se ha producido en Podemos un cierre de filas –como en los partidos clásicos- sobre el asunto de la compra de un chatet de alto precio y con una hipoteca muy ventajosa en Galapagar por parte de la pareja que lidera el partido. Las voces contrarias son del extrarradio del partido, no del núcleo dirigente.
¿Dónde están los problemas? En primer lugar, la contradicción evidente entre los discursos que se han dado por ellos mismos en los incendiarios mítines callejeros contra la casta y “los de arriba” en las campañas y debates electorales, en la tribuna del Congreso de los Diputados etc. Es una contradicción patente, clara e incuestionable.
En segundo lugar, se hace lo contrario a una “renuncia a cualquier privilegio jurídico o material derivado de forma directa de su condición”, que señalan sus documentos políticos, como denota el trato recibido por la Caja de Ingenieros de Barcelona.
En tercer lugar, se traslada una decisión personal al partido. Manifiestan que no se pregunta si aprueban la compra del chalet sino si deben continuar en los cargos. Pero se pregunta porque han comprado el chalet, con lo que el debate de fondo es si se aprueba dicha compra por lo que significa de modo de vida o de alejamiento de sus principios pregonados con tantísimo altavoz.
Preguntar a 487.772 personas sobre el futuro de Pablo Iglesias y de Irene Montero se quiere presentar como un ejercicio democrático. Es el reconocimiento de un error monumental, salga lo que salga. El principal argumento que se trae a colación por Echenique es la conmoción de la ejecutiva por“el nivel de acoso y persecución que sufre la familia de Iglesias y Montero”. La vicepresidenta Soraya les ha recordado su escrache que le daban como “jarabe democrático de los de abajo”.“¿Qué pasa – responde ella- que nuestros hijos y nuestras madres son de peor condición que la suya?”
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