El pobrecito hablador

El árbol no tapa el bosque

Una denuncia falsa no puede tapar el resto de cientos de denuncias y casos reales de ataques homófobos que ocurren día sí día también lo largo y ancho del país

Publicado: 13/09/2021 ·
15:50
· Actualizado: 13/09/2021 · 15:50
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Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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  • Porque no nos sorprende que se persiga al diferente, al que no tiene la estrechez de miras y mental del homófobo

La mentira tiene las patitas cortas, y la verdad suele salir a relucir con facilidad, en cuanto se rasca un poco. Si encima hablamos de la comisión de un presunto delito, con más razón y celeridad.

Mucho se está hablando sobre la denuncia falsa de la agresión homófoba de Malasaña, y muchos parece que se alegran de que no sea más que una mentira para tapar una infidelidad. Se alegran no porque deja de ser una agresión homófoba, sino porque creen que, de esta manera, pueden poner en tela de juicio al resto de denuncias. A los que piensan de esa manera, habría que recordarles unas cuantas cosas.

La primera, que una denuncia falsa no puede tapar el resto de cientos de denuncias y casos reales de ataques homófobos que ocurren, día sí, día también, a lo largo y ancho del país. De la misma manera que aquel falso secuestro de Bartolomé Rubia, concejal de La Carolina, por parte de ETA no pudo poner en solfa la lacra del terrorismo que hemos sufrido durante tantos años. Nadie la puso en duda en aquel momento, hasta que la investigación policial sacó a la luz la verdad, como ha ocurrido ahora.

La segunda es que, si se les da credibilidad, es por el vergonzante hecho de que ocurren todas las semanas en nuestras calles. Porque no vemos extraño o raro que un machito con ínfulas de inquisidor se crea con la potestad de decidir cómo, a quién y dónde debe amar cada cual. Porque no nos sorprende que se persiga al diferente, al que no tiene la estrechez de miras y mental del homófobo. Porque ha dejado de asombrarnos el señalamiento del colectivo LGTBI, el odio y la violencia de políticos y cargos públicos que dicen que aman a España y a los españoles, pero sólo a los que pasan por su estricto tamiz y con el que separan a los buenos de los malos.

En tercer lugar, no vale cualquier condena, si con ella se sirven para señalar de manera torticera a otro colectivo, o para dañar al adversario político. No sirve condenar un delito de odio sólo si lo comete un extranjero. No es decente desaprobar un delito de odio si con él se pretende estigmatizar un color, una raza, una nacionalidad, una forma de pensar. No todo vale, o no todo debería valer.

Un árbol no tapa el bosque. Y este bosque tiene demasiados árboles.

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