Va pasando el tiempo y en los centros oficiales se siguen encontrando las puertas bien cerradas y multitud de papeles pegados a las mismas indicando los teléfonos para poder realizar las gestiones -algunas perentorias- que necesitan los ciudadanos -ya acostumbrados a ser consumidores y usuarios de los servicios públicos-. Muy cierto que hubieron de tomarse cuantas medidas fueron necesarias para proteger a nuestros funcionarios de todas las administraciones o nuestros trabajadores de la banca, por ejemplo. No es el lugar ni el momento de alabar o denostar sus funciones, máxime cuando los últimos se enfrentan a los expedientes de regulación de empleo más duros de los tiempos recientes. Pero la pregunta que se hace todo el mundo es que por qué no adoptan las medidas de normalización que el resto de los sectores o no tuvieron nunca o ya han restablecido hace algún tiempo.
La cita previa generalizada o se quita ahora o se queda para siempre. Ninguna ventanilla administrativa está abierta para el público y eso es una restricción que ya no cuadra con la normalización que se está imponiendo en todos los sectores. La banca es la más reacia a restablecerla mientras reduce salvajemente su personal. Pero la opinión pública conoce perfectamente que una cosa es guardar las distancias recomendadas entre las personas y portar la correspondiente mascarilla (cubrebocas, tapabocas, nasobuco, barbijo o cambuj, según Lo Uno y lo Diverso, La Riqueza del Idioma Español) que toca en los lugares cerrados y otra aprovechar la coyuntura para conservar unos precauciones que estaban justificadas en el estado de alarma o en lo alto de la curva de la pandemia, pero que no son realmente admisibles en estos momentos. La situación de los centros de salud es la gota que colma el vaso de la paciencia de los ciudadanos. Salud por teléfono perpetuo. Se acrecienta algo más que la sospecha de que se enmascara la falta real del personal necesario.
El monumental enfado de Antonio Resines fue histórico y se convirtió en el ejemplo palmario de lo que le sucede a miles de personas: “Te dicen que llames a un teléfono que no te deja pedir cita previa y te redirige a la web, pero en la web tampoco te lo permiten. Después vienes presencialmente y no puedes entrar sin cita previa y vuelven a redirigirte al teléfono”.