Uno de cada cuatro jóvenes de 16 a 30 años en España tiene sobrepeso u obesidad. Detrás de estas estadísticas provistas recientemente por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), se esconden las fallas de las políticas de salud pública para combatir la pandemia de la obesidad y el sobrepeso. La mala alimentación es una de las principales causas del exceso de peso. Así lo confirma la encuesta realizada por SEEDO, que indica que los jóvenes españoles que sufren esta enfermedad e intentan adelgazar, lo hacen sin la orientación de un profesional y en base al consumo de productos que no están avalados científicamente. El desconocimiento de los consumidores españoles es la prueba de que se deben rever las políticas y herramientas destinadas específicamente a la promoción de hábitos de consumo saludables y a la educación de los consumidores en materia de alimentación. Evidentemente, las políticas actuales no son suficientes para concientizar a la población sobre los riesgos asociados a una mala alimentación.
Entre las medidas adoptadas para abordar esta problemática, hay una que ha cobrado especial atención. Se trata de la decisión de adoptar un etiquetado nutricional en el frente de los envases con el fin de advertir a los consumidores sobre la calidad nutricional de cada alimento. En 2018, la entonces ministra de Consumo, María Luisa Carcedo, anunció la adopción voluntaria del sistema de etiquetado frontal NutriScore, un modelo basado en un código de colores, a modo de semáforo. Esto como parte de la Estrategia Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad (Naos).
“El nuevo modelo de etiquetado frontal facilitará a los ciudadanos una información más precisa sobre la calidad nutricional”, afirmó Carcedo en ese entonces. Sin embargo, tras haber sido puesto a prueba en España, el NutriScore deja a la vista fallas graves que demuestra que, si bien la decisión de adoptar un etiquetado frontal es acertada, el sistema elegido no está a la altura de las necesidades de la sociedad española.
En un primer momento, la noticia tuvo una buena acogida porque se pensó que el sistema sería eficaz a la hora de informar a los consumidores e incentivarlos a tomar decisiones más saludables. También se creyó que ayudaría a presionar a las empresas alimentarias a reformular sus productos para convertirlos en opciones más saludables. Sin embargo, al poco tiempo, las empresas le encontraron la vuelta al sistema y lograron utilizarlo a su favor para mejorar la imagen de sus productos sin tener que mejorar su calidad nutricional.
El problema con el sistema NutriScore no tiene que ver solamente con que beneficia a los productos ultra procesados. Además, el etiquetado perjudica a los alimentos saludables al otorgarles una calificación negativa. A tal punto que puede disuadir a los consumidores españoles de comprar productos e ingredientes típicos de la dieta mediterránea. El ejemplo más sonado es el del aceite de oliva, que inicialmente fue notado con la letra D y el color naranja. Lo que llevó a los representantes del sector como la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español a movilizarse en contra de la calificación de este producto y a pedir que el Gobierno revea la decisión de adoptar este etiquetado.
La fallida prueba de implementación voluntaria del NutriScore en España, contrasta con los resultados que se podrían alcanzar en caso de aplicarse otro modelo de etiquetado que funcione de manera transparente y que no se base en un algoritmo fácilmente manipulable. Como por ejemplo el sistema italiano NutrInform Battery.
Al igual que sucedió en España, en Italia, el NutriScore también despertó una gran cantidad de críticas. Sobre todo en lo que respecta a la calificación de los ingredientes estrella de la dieta mediterránea. Es por esta razón que las autoridades italianas decidieron desarrollar un sistema que reflejara los valores de una dieta equilibrada, sin penalizar ningún producto, pero que a la vez, comunicara de manera transparente y clara, los valores nutricionales de cada producto.
Así surgió el NutrInform, que funciona como una pila o batería que indica el nivel de carga o contribución de cada producto desde el punto de vista nutricional, en relación con las necesidades diarias y con la cantidad recomendada por la Unión Europea. Para eso, el etiquetado traduce visualmente la tabla nutricional de una manera dinámica y precisa, ya que tiene en cuenta el porcentaje de calorías y grasas, azúcares y sal por porción individual. De esta forma, el etiquetado italiano pone en valor los beneficios de una dieta variada como lo es la mediterránea.
Por el contrario, según advierten desde la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), el sistema de etiquetado Nutri-Score podría alejar a los consumidores españoles de la dieta mediterránea que tantos beneficios tiene para la salud. Por tanto, es importante rechazar ese sistema de etiquetado e implantar uno que tenga en consideración los hábitos de consumo de los españoles y valorice los beneficios de la dieta mediterránea. Como lo demuestran las cifras, los ciudadanos españoles necesitan una mayor educación en cuanto a hábitos alimentarios se refiere y es por eso resulta indispensable rever las políticas existentes y reforzar las herramientas destinadas a abordar las preocupantes cifras de obesidad y sobrepeso entre los jóvenes españoles.
Como afirman desde la Comisión Europea, el etiquetado frontal es una de las herramientas más importantes para la prevención de la obesidad y del sobrepeso. De hecho, la Comisión cree que la adopción del etiquetado ayudará a revertir las tasas de obesidad a lo largo de la UE. Por eso anunciará la adopción de un sistema armonizado entre los países miembros. Hasta que eso suceda, España ha decidido adelantarse y adoptar el NutriScore de manera voluntaria. Eso sí, una vez que la Comisión tome una decisión, los Estados miembros deberán acatar e implementar el sistema elegido. Es decir que, si la Comisión elige un sistema distinto al NutriScore, de nada habrá servido haberlo adoptado con anticipación. Aunque por lo menos, de elegirse otro sistema como el NutrInform Battery, la dieta mediterránea será reivindicada y se podrán esperar verdaderos cambios en los hábitos de los consumidores españoles para así lograr combatir la obesidad y el sobrepeso.