En los conflictos internacionales hay olvidados. Sucede, con mucho sufrimiento, en las guerras. Se ha visto en Somalia, Siria, los ataques yihadistas en el Sahel, en Nigeria, Yemen, etc. Los regímenes dictatoriales o simplemente autoritarios sitúan los objetivos de Estado por encima de los ciudadanos. Éstos se convierten en peones de ajedrez donde las fichas se mueven en interés exclusivo del Estado autócrata. España vivió hace 52 años un ejemplo de este tipo de situaciones, con el cierre de la verja de Gibraltar. Miles de personas se vieron privadas de ver a sus familiares, de poder trabajar, establecer un negocio o hacer turismo por una decisión arbitraria en interés del Estado franquista.
Otra decisión tan despótica como caprichosa del Reino de Marruecos está de actualidad. Se ha suspendido la Operación Paso del Estrecho que facilita el tránsito desde Europa hacia el norte de África. Una operación de envergadura que moviliza recursos terrestres y marítimos para transportar más de tres millones de magrebíes, con sus vehículos. Se ha destacado la pérdida de 500 millones de las navieras, o de varios miles de contrataciones en los muelles o por el tránsito por zonas de restauración por toda España, desde la frontera francesa hasta Algeciras, el puerto más preparado.
No se destaca el daño que se infringe a casi el millón de marroquíes (869.661, según el INE) que viven en España. Representan el 16% de los 5.407.822 de extranjeros. Marruecos es el país que más extranjeros tiene en España. Después, Rumanía, Colombia, Reino Unido, Italia, China y Venezuela. Hay un dato relevante. La edad media de los marroquíes con residencia en España es de 31,7 años y la de los británicos 53,6. Unos son mayoritariamente trabajadores con hijos y los otros son jubilados, en buena medida.
Se quiere escudar tanto el gobierno marroquí como el ministerio de Exteriores español en la pandemia. No es cierto, porque se puede operar desde Sète -junto a Montpellier- o Génova. Comporta una discriminación injusta con los marroquíes de España que tendrían que desplazarse al sur de Francia para poder pasar a Marruecos.
Tampoco lo quieren, por el precio, los residentes en Bélgica o Francia. Una decisión del Estado marroquí contra España que pagan sus ciudadanos. “Lo que no se puede hacer es que paguen el plato roto los ciudadanos”, dicen las asociaciones de marroquíes.
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