Cita previa.

Publicado: 25/05/2021
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Hay muchos servicios públicos aferrados a las restricciones
En el fragor de la pandemia,  y  con el Estado de Alarma en vigor,   se pusieron en marcha  medidas muy tajantes en entidades y  administraciones públicas para salvaguardar  la salud de los funcionarios y de los trabajadores que estaban frente al público, que también tenía  la obligación de tomar las mismas precauciones. Es evidente que cobraba todo el sentido  adoptar todo  ese tipo de precauciones para preservar  ese bien tan preciado  -la salud- en los momentos álgidos del covid-19, pero ahora, afortunadamente,  la situación ha cambiado.  Aquellas medidas estaban en la misma  línea de los confinamientos domiciliarios y de los cierres perimetrales. Medidas insólitas, no empleadas en  años en España.

Se está  normalizado  la vida ciudadana, con las medidas de distancia social y de higiene de contactos  correspondientes.  Funcionan   los transportes urbanos e interurbanos, la hostelería y la restauración están a un solo paso de la completa normalización, la vacunación avanza imparable, los falsas creencias  sobre la transmisión  del virus por contacto  físico o de materiales han sido reducidas por los científicos a la contaminación por las partículas aéreas por gotitas o de aerosol. Siendo esto así, hay una serie de  entidades e instituciones y de administraciones -local, autonómica y estatal-  que mantienen a rajatabla la cita previa para atender a los ciudadanos, usuarios o clientes en un claro abuso de la situación creada por la pandemia. Siguen en un inexistente, legalmente,  Estado de Alarma.

El personal de los supermercados, los albañiles, los carpinteros, los transportistas, los fontaneros, los electricistas, los repartidores, los profesores, los cocineros, los enfermeros, médicos y celadores de hospitales y  otros muchos etc. nunca pidieron cita previa.  Todos fueron considerados de servicios esenciales para la comunidad. Estuvieron al pie del cañón del servicio público en los peores momentos y ahí siguen. Mucho riesgo y un poquito de gel, mascarillas,  distancia -si se podía-  y poco más, salvo para los servicios sanitarios. Sin embargo hay muchos servicios públicos que  siguen aferrados a las restricciones para los ciudadanos  como si el Estado de Alarma estuviese vigente. ¿Hasta cuándo?  Ha llegado el momento de hacernos todos iguales en esta crisis.  La inercia del Estado de Alarma no puede ni debe mantenerse por la  mera e interesada conveniencia. Los que  exigen cita previa llevan sus hijos al colegio y toman café y copas en el bar de enfrente.

 

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