El madrileño García Calvo estará al cargo de la dirección musical de un nuevo montaje de Macbeth, de Giuseppe Verdi (1813-1901), la primera de las tres óperas que compuso inspirado en obras de William Shakespeare, le seguirían Otello y Falstaff.
El músico de 31 años tomó las riendas del estreno de esa ópera en cuatro actos, de la que Verdi dejó escrito que era su favorita, por el abandono de Daniele Gatti por motivos de salud.
“Me siento muy contento y relativamente tranquilo. Es el teatro en el que llevo trabajando varios años y conozco muy bien a la orquesta, al coro, a los solistas, a los técnicos y a la gente del teatro. Me siento como en mi casa”, confesó a Efe García Calvo tras una jornada de entrevistas con los principales medios austríacos.
Pese a su juventud, el director cuenta con una extensa experiencia musical desde que completase en Viena sus estudios de Dirección de Orquesta y Composición en 2003, y comenzase a trabajar poco después para el que es uno de los teatros líricos más importantes de Europa.
En los últimos seis años ha sido responsable de la preparación musical de más de medio centenar de títulos del repertorio operístico de la Ópera de Viena y ha dirigido multitud de funciones con una gran acogida del público y la crítica.
Pero un estreno en el coso vienés es un salto cualitativo al alcance de muy pocos elegidos.
“Casi que no me doy cuenta de la envergadura que esto representa, es algo muy especial y muy bonito”, dijo el joven talento, que gracias a su vínculo con la Ópera de Viena ha podido conocer “a todos los grandes” de la música.
García Calvo no reconoce una única influencia determinante, y sostiene que lo singular en él es su camino formativo vinculado a un teatro lírico, “dirigiendo poco a poco cosas de más envergadura”.
“Es esa manera más antigua de formarse, de vivir lo que es un teatro desde dentro, desde las entrañas. Muchos de los directores muertos en las últimas décadas, como Karl Böhm, Georg Solti, incluso (Herbert von) Karajan, empezaron este camino. Ese es un poco mi referente”, afirmó.
Eso ha permitido a Guillermo García Calvo atesorar una experiencia enorme que de otra manera sería muy difícil de obtener, porque “dirigir ópera es una cosa muy compleja: hay que conocer muchas cosas desde dentro, el coro, los solistas, la dinámica de los ensayos, los problemas técnicos de conjuntar orquesta y solistas, orquesta y escena”.
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