No podemos perder en ningún momento la actitud positiva. Tu actitud es lo que marca el desarrollo de las cosas. Tu mente y tus ganas te ayudarán a transformar la realidad, lo que te toca vivir, el desafío que tengas que afrontar. Si comenzamos con una actitud perdedora y negativa, habremos perdido el asalto antes de subirnos al ring. Si por el contrario, a pesar de las dificultades, anteponemos el aprendizaje, el dar pasos pequeños pero firmes y el seguir creciendo a pesar de todas las piedras que encontremos en el camino, estaremos mucho más cerca de nuestro objetivo. A lo mejor no veremos el resultado a corto plazo. Pero la lección irá haciéndonos cada vez más fuertes. Nos ayudará a saber que los límites tan solo están en nuestra mente y que tenemos nosotros el mando para poder cambiar las cosas, que tan solo se necesitan ganas y menos miedos. Porque el miedo a fallar a veces nos puede más que las ganas de querer intentarlo. Y al final, el acierto tan solo se consigue fallando, una y otra vez. ¿Quién consigue llegar al acierto? Aquellos que tomaron sus caídas como un aprendizaje, aquellos que se acercaron con el error cada vez más y más a su objetivo, aquellos que, cuando todos miraban cómo fallaba, ellos seguían intentándolo. Tú eliges: si quieres estar en el bando de los que miran o en el que se dejan la vida por intentarlo una vez más.
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