La necrópolis de Carmona fue descubierta en el XIX. Desde entonces, este yacimiento ostenta dos títulos: el de ser uno de los más importantes de la península ibérica y el primer espacio de estas características que se abrió al público para su visita. Dos siglos después, la necrópolis de Carmona está a punto de dar una enorme alegría, primero, a los vecinos de Carmona y, cómo no, al patrimonio andaluz y a los investigadores.
Hace tan sólo unos meses, concluyó el estudio geotécnico que ha realizado y costeado la Consejería de Cultura (18.137 euros) con la ayuda del Instituto de Geofísica de Andalucía, dependiente de la Universidad pública de Granada.
El resultado de este trabajo será presentado en las próximas semanas por la consejera Patricia del Pozo porque el primer titular que arroja es de una envergadura considerable. Las prospecciones realizadas por el Instituto de Geofísica evidencian que hay una muy importante densidad de estructuras en el terreno anexo a la necrópolis. Un volumen que lleva a pensar que, como poco, el 50 por ciento de la necrópolis carmonense está aún por desenterrar, reconocen las fuentes consultadas.
En las necrópolis, como espacio extramuros que eran, no sólo se concentraban los enterramientos, sino que en estos suelos se solían ubicar también actividades industriales, canteras e incluso los equipamientos de ocio del momento, como el caso de los anfiteatros. De hecho, éste último es el caso del de la localidad de Carmona.
¿Qué puede esconder todavía la necrópolis carmonense? Obviamente, más tumbas (en la necrópolis actual hay registradas y documentadas más de 200), pero, igualmente, restos de la vía Híspalis (la que conducía a la capital actual) o la vía Ailipa (dirección a Alcalá del Río), entre otras muchas cosas.
La historia de Carmona, una de las ciudades más antiguas de Europa, hace pensar que la necrópolis tenía una entidad mayor de lo que hasta la fecha es público y notorio.
El estudio encargado por la Consejería de Cultura al Instituto de Geofísica de Andalucía viene a constatar que los próximos trabajos que se desplegarán en el entorno vendrán a desenterrar nuevos datos y evidencias de esa importancia histórica de la localidad sevillana.
Hay dos características que hacen de la necrópolis de Carmona un yacimiento único. En primer lugar, el empleo de la incineración como ritual de enterramiento; también el conjunto de cámaras funerarias subterráneas excavadas en la roca, conocidas como hipogeas .
Entre las tumbas que están documentadas, destacan dos especialmente. Son las conocidas como la del Elefante y la de Servilia. La tumba del Elefante pudo no haber tenido siempre una función funeraria. La estructura primigenia y la existencia de una ventana por la que entra el sol en los equinoccios parecen indicar que la tumba fue un templo del mitraísmo, una religión no oficial en el Imperio Romano.
En cuanto a la tumba de Servilia, una de las más monumentales de la necrópolis de Carmona, todo apunta a que debió pertenecer a una familia de poderosos gobernantes.
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