La última crisis financiera que atraviesa Abengoa a raíz del concurso de acreedores presentado en febrero ha sido el detonante de la unidad histórica de sus trabajadores en defensa de miles de empleos y del mantenimiento de una empresa, con sede en Sevilla, que ha sido un referente mundial de la innovación tecnológica.
Abengoa, una multinacional con miles de trabajadores por el mundo, no contó con representación sindical hasta 2015 coincidiendo con la anterior crisis que sufrió y logró esquivar, si bien no ha sido hasta que ha presentado el concurso de acreedores con una
deuda de más de 6.000 millones cuando ha quedado patente la unidad de los trabajadores y su voluntad de luchar para defender sus puestos de trabajo -unos 1.000 en Palmas Altas, aunque en Sevilla son unos 2.500 y unos 13.000 en todo el mundo-.
Los comités de empresa de Abengoa y sus filiales, en los que tiene la mayoría la UGT, han mostrado su satisfacción por la respuesta "histórica" de los trabajadores que han participado en las dos concentraciones convocadas en Palmas Altas en marzo y a las que han asistido numerosos directivos, entre ellos el presidente del consejo de administración,
Juan Pablo López Bravo. El 19 de marzo hay convocada una manifestación en Sevilla.
Crisis constante
Esta participación refleja la preocupación por el impacto laboral que pueda tener el concurso de acreedores y, además, han visto cómo desde 2015, cuando la empresa vivió otra crisis financiera de la que salió adelante,
se adelgazaba la plantilla con sucesivos ERE y ERTE, aunque la respuesta de los trabajadores fue más tibia y aislada.
Adolfo Toscano, que lleva diez años en la empresa y actualmente trabaja en el departamento de ingeniería civil, ha expresado su tristeza por que se vaya fuera el talento que ha generado Abengoa durante muchos años gracias a su apuesta por la innovación en nuevas tecnologías como la planta solar de Sanlúcar la Mayor (Sevilla) y, además, ha apuntado que en los alrededores no hay otra compañía que pueda absorber ese empleo cualificado.
Con una plantilla conformada por muchos titulados de grado medio y superior en carreras técnicas, Adolfo Toscano ha recordado la "estampida" que hubo en 2015 y 2016 en Abengoa -cuando estuvo inmersa en otra crisis financiera- hacia Madrid y otras ciudades, y desde entonces la plantilla ha quedado prácticamente reducida a la mitad en el campus de Palmas Altas.
"Era un campus envidiable porque había guardería, gimnasio y cafetería, entre otros servicios, que se han ido perdiendo y ya no queda ninguno abierto", ha lamentado este trabajador, quien confiesa que "la gente estaba muy a gusto" con esos servicios y trabajando en unas "oficinas magníficas" en un entorno sostenible concebido como un "centro de alto rendimiento de trabajadores".
Más experiencias
De los siete edificios que conforman Palmas Altas, funcionan actualmente tres porque se ha ampliado uno más para cumplir con la distancia de seguridad debido a la pademia del coronavirus.
También la investigación ha sufrido un fuerte parón, ha apuntado
Arturo Da Silva, que trabaja en Abengoa desde hace casi nueve años en el departamento de diseño, y, de hecho, se ha liquidado la división dedicada a este campo Abengoa Research.
Da Silva defiende que el capital de Abengoa son su trabajadores y, por eso, cree que se deberían mantener, aunque teme que probablemente haya recortes a raíz del concurso de acreedores.
Igualmente, Adolfo Toscano expresa su preocupación por el empleo pero manifiesta que "los trabajadores han escuchado tantas veces que viene el lobo que ya casi lo acariciamos", aunque ha precisado que son conscientes de lo que ocurre aunque "cuando se presentó el concurso la gente no se levantó del sillón porque hay mucho trabajo".
La plantilla "vivió peor" la crisis de 2015 porque hubo retrasos en las nóminas pero en la actual "piensas que habrá solución" y a eso ayuda la unidad de toda la empresa, trabajadores de base y directivos, en las movilizaciones en defensa de la viabilidad futura de Abengoa porque "todos vemos el final del camino y queremos que continúe", ha apostillado Adolfo Toscano.
Tras admitir que la empresa "habrá hecho cosas mal",
pone en valor que da trabajo a mucha gente y su fuerte arraigo en Sevilla, donde hay muchas familias vinculadas a Abengoa desde su fundación en 1941 e incluso generaciones enteras.
Por eso, muchos trabajadores la "sienten como una empresa propia o como su casa", a pesar de que "hay momentos duros porque aprietan y hay que arrimar el hombro".