Las primeras botellas referenciadas de González Byass descansaban hasta no hace mucho en el aljibe de la bodega. Un lugar de difícil acceso y a prueba de vértigo, que en dos años espera completar el espacio del botellero histórico cuya primera fase se inauguró en 2018 con ocasión de la última edición de Vinoble.
Se trata de una cápsula del tiempo desde donde es posible recorrer más de siglo y medio de historia. Y lo hacemos con la mejor compañía posible, la del enólogo Antonio Flores, que ha catado personalmente cada una de las 5.000 botellas que forman este catálogo histórico que se completará con otras 5.000 referencias más que están aún por clasificar.
No asegura que, haciendo el símil con la profesión periodística, este tesoro enológico “es el mejor libro de estilo para los enólogos, porque nos dice cómo trabajaban nuestros predecesores t cómo era un oloroso Alfonso en el siglo XIX”.
La botella más antigua data de 1849. La etiqueta apenas se conserva, pero aparece marcada a mano con el nombre de Perico, que no era otro que Pedro Nolasco González de Soto, hijo del fundador de González Byass.
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