Los trabajadores de espectáculos y eventos no han acusado especialmente las nuevas restricciones porque “estamos muertos y, cuando estás muerto, los golpes no duelen”, asegura Chema Cantón, portavoz en Andalucía de Alerta Roja, el movimiento que reivindica apoyo por parte de las administraciones para el sector.
“Llevamos sin actividad casi un año”, remarca. “La caída de la facturación es del 100%”, insiste. Las pocas celebraciones registradas desde la irrupción del coronavirus han estado protagonizados por artistas consagrados o espectáculos amateur. También se han celebrado actuaciones menores con personas mayoritariamente de espectáculo como segunda actividad. Además, la compensación por cancelación de contratos por parte de los ayuntamientos en 2020 ha sido nula.
El colectivo, que en la comunidad aglutina a 2.400 trabajadores en primera actividad, se ha sentido desamparado. El 40% de los empleados no ha accedido a ningún tipo de ayuda dispuesta por el Gobierno; del 60% restante, la mayoría se ha acogido a la prestación extraordinaria para artistas, al cese de actividad o al subsidio; un 10%, a la prestación por desempleo; y únicamente un 5% a los ERTE.
Los créditos ICO tampoco han aliviado la ruina a la que se enfrenta un sector que solo en 2019 sumaba un endeudamiento de 7,3 millones. “Estamos permanentemente invirtiendo en equipos y material para los espectáculos”, explica.
Con la Junta, las relaciones “han sido fluidas” desde junio, pero sin obtener resultado. “Hemos trabajado para el Gobierno autonómico, aportando propuestas de protocolos y planes de reactivación, pero no ha habido respuesta alguna”, lamenta el también presidente de la Coordinadora Estatal de la verbena y el espectáculo, quien defiende la seguridad en los espectáculos. “Controlamos las medidas de prevención y el público es respetuoso”.
La última movilización de Alerta Roja, en Sevilla, frente al Parlamento, el 11 de diciembre (también se manifestaron en septiembre), fue un éxito, pero “las administraciones se echan la pelota unas a los otras”. Aunque la crisis que atraviesa el sector solo se ha agravado por la coyuntura. “Tenemos problemas endémicos”, apunta. Entre otros, la disparidad de cotizaciones según se den en alta los trabajadores en el régimen general de la Seguridad Social o en el de artistas y que ha sido motivo por el que muchos no han podido acceder a ayudas. O la falta de tutela: un ayuntamiento adjudica a una empresa la organización de un evento sin controlar que se cumpla escrupulosamente la ley. “No sabemos qué hacer ya”, admite. “Dijeron que no se quedaría nadie atrás, pero nosotros hemos desaparecido como sector”, concluye.
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