"El enemigo de un español es siempre otro español. Al español le gusta tener libertad de pensar y decir lo que se le antoja, pero tolera difícilmente que otro español goce de la misma libertad y piense y diga lo contrario de lo que él opina...". Manuel Azaña.
No ha hecho más que empezar el año y casi que empezamos a echar de menos el pasado. Con los índices de contagios disparados, las nuevas medidas que endurecen este eterno confinamiento y la certidumbre cada vez más nítida de que este año nos lo vamos a pasar en hibernación dentro de nuestras oseras, el asalto al capitolio que a todos nos ha dejado con la boca abierta por cuanto el primer poder mundial y su democracia se deja arrastrar por un populismo que se está haciendo con las riendas del mundo y, para rematar, esta ola de frío inusual típica de película de ficción...; a todos se nos ha quedado el corazón helado justo cuando el sabor de las uvas de fin de año aún perduraban en los paladares españoles. El populismo es a la pandemia lo que el hielo al whisky, se atraen y mezclan cuando en realidad lo que hace una cosa es empeorar la otra. Pero arrancamos año, propósitos del estilo de dieta, vida sana, deporte se topan con el confinamiento y la desgana y con este gélido aire del norte de nombre Filomena que ha venido para recordarnos que todo es susceptible de empeorar.
Fríos se han quedado unos y otros ante el anuncio de Pedro Sánchez sobre la fecha del congreso nacional, atrasado hasta octubre por cuanto el presidente quiere que sea presencial y estima que para esas fechas el proceso de vacunación se lo permitirá. A partir de ahí ha de celebrarse el autonómico y, según parece, la decisión en Ferraz estaría tomada señalando "cambio para Andalucía" y para eso, entre otras cosas, vino Ábalos este jueves a Sevilla -distinto es lo que terminara transmitiendo o cómo-. Pese a lo cual Susana Díaz insiste en su intención de presentar candidatura a primarias, como en su derecho está. Por tanto, el año se presenta duro dentro del PSOE-A porque los movimientos se acelerarán hasta que los frene Sánchez ejecutando al estilo de Cataluña con Iceta e Illa fruto de los estudios demoscópicos que desde el pasado verano señalaban la conveniencia de un cambio por cuanto Illa, con su perfil moderado, se presenta como el mejor candidato para el PSC a la hora de captar votos de Cs, del desencanto del PP, afianzar los del PSOE e, incluso, del independentismo más suave harto del procés. En todo caso, las liebres suelen desfondarse y a esta carrera aún le queda trecho y esto le ha sucedido a Felipe Sicilia, que junto a Paco Reyes o a la propia Díaz forman el trío de los que no cuentan con el beneplácito de Ferraz para el futuro poder andaluz. Ha llegado la hora, ahora sí, de debatir el liderazgo del PSOE-A y cada día son más las voces que se posicionan, todas ellas con un mensaje claro ante la necesidad de crear un nuevo proyecto y de renovación que ilusione al votante.
Con este termómetro oscilante, más que fríos helados nos hemos quedado con lo sucedido en EEUU y el asunto merece una reflexión porque viene a ser como el virus cuando apareció en China, pensábamos que quedaba lejos y que nunca nos afectaría. El populismo es la sanguijuela de la democracia porque este tipo de político, amparado en la libertad de expresión y, hay que decirlo, en una propensión cada vez más generalizada de la ciudadanía de comprar cualquier discurso sin profundizar en él, logra arengar a las masas al límite de la subversión. Lo vemos en España, en las comunidades autónomas, hasta en la política local es identificable al político que usa la demagogia, el discurso fácil, la crítica desmedida a través del campo sin vallas que son las redes sociales para venderse con mensajes irreales, con promesas imposibles, con verborrea bien construida pero a todas luces incomible. Un muro prometió Trump para aislar a México y ha terminado por asaltar esos otros del Capitolio.
"Panem et circenses" -pan y circo- apareció por primera vez en el año 100 ac, en la Sátira X del autor Juvenal. Con ella se reflejaba la estrategia del imperio romano para tener entretenido al pueblo y alejarle de los problemas políticos. En nuestra cultura, el ocio, las actividades lúdico-sociales siempre han estado presentes como prioridad de vida y ello nos alejaba de la política. El Covid se ha cargado justo esto, nuestro ocio, nuestro esparcimiento, nuestras relaciones sociales y el miedo al contagio nos hace vivir en una interrogante sobre el mañana, carentes de la ilusión que produce hacer planes y con la crisis económica que ya sufre demasiada gente. En definitiva, vivimos sumidos en el miedo y la incógnita sobre el futuro, consumiendo informativos, tertulias y programas que aún nos deprimen más. Todo lo contrario al panem et circenses, lo que se presenta como la mejor situación para los políticos populistas que a lo largo de la historia han nacido, crecido y desarrollado a base de infundir a la población miedo -que ya lo tenemos-, ira e incluso odio contra quienes ellos presentan como responsables de nuestros males. Por eso, las imágenes del Capitolio han de abrirnos los ojos haciéndonos estar alertas ante quienes se están empeñando en volver a dividirnos en dos bandos confrontados, sacando lo peor del ser humano, como la intransigencia, la ira y las fobias. Alertas ante quienes resucitan por whatsaaps reportajes del Nodo, felicitaciones de Navidad del dictador, incluso el vamos a la cama de los niños de la familia Telerin con el objetivo de resucitar la nostalgia de un tiempo pasado en contraposición a la situación actual. No podemos olvidar que tras treinta años de una democracia bipartidista, donde las reglas del juego político eran respetadas, la aparición de Podemos empezó a mover los cimientos, aquella Puerta del Sol que ni PP ni PSOE supieron medir, fue el origen a la llegada del populismo de izquierda. Luego vinieron los escraches, los discursos demagogos del pueblo contra la casta. Y, tras ello, no se dejó esperar el populismo de ultraderecha, con un Vox que tampoco PP ni PSOE supieron medir. Ocurre que los españoles no se encuentran cómodos con las ideas comunistas, nos gusta vivir bien y durante los años de la burbuja inmobiliaria el que más y el que menos conoció lo bien que se puede vivir consumiendo a destajo. Pero la ultraderecha es otra cosa y tiene su público: entre personas de cierta edad, empresarios que ven una amenaza en la presencia de Iglesias en el gobierno, ese capital amenazado por la subida de impuestos, a cierta parte del ejército y de las fuerzas de seguridad, sólo hay que pasearse por sus redes. Y la juventud, siempre tan proclive a radicalismos, que durante los años de bonanza económica creció a espaldas de la vida política, ahora son muchos los que empiezan a repartirse entre los dos bandos ultras y si no ponemos remedio, estamos ante una nueva fractura social.
Filomena llegó y tras casi una semana de estar bloqueada la capital del estado, te quedas helado escuchando al alcalde de Madrid alegar que nunca se pudo imaginar una nevada así y era imposible estar preparados cuando el propio PP ha criticado hasta la saciedad la falta de previsión del gobierno socialista con el Covid y lo cierto es que tantos unos como otros son responsables de su imprevisión, para eso ocupan los cargos y cobran por ello. Unos y otros. El problema del virus no es una cuestión solo del gobierno de la nación, ni tan siquiera de las comunidades autónomas que son las que tienen las competencias, no es un problema de los que gobiernan, es un problema de todos, de fuerzas políticas, de los medios, del sector empresarial y de la responsabilidad individual de los ciudadanos. Utilizar las olas, curvas y datos para desgastar a los gobernantes nos lleva a lo que estamos viviendo: tibieza en la adopción de medidas y así no acabaremos con el virus.
Ya lo decía Azaña con la cita elegida para este inicio de año, un año importante para nuestras vidas porque, justamente, es el que ahora nos toca vivir y vivir es -qué duda cabe- una gran noticia.
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