Lejos queda ya cuando el veterano aviador Sebastián Almagro decidiera fundar una empresa dedicada a fumigar la tierra madre andaluza desde Palma del Río, en Córdoba. De aquella Fumigación Aérea Andaluza SA, el germen de Faasa Aviación, de su flotilla de aviones ligeros, queda su pasión por la aviación y su carácter familiar, pero su diversificación la ha llevado a ser la segunda empresa en facturación y empleo -da trabajo a casi 300 personas-, y la primera de capital exclusivamente andaluz en el sector aeronáutico de la región gracias a su especialización en la defensa forestal y la vigilancia aérea, sus centros de formación y mantenimiento, y su implantación en el mercado latinoamericano, en Chile, donde posee el 30% de la cuota de mercado en la lucha contra incendios forestales.
Los veinte primeros años de Faasa se centraron en la prestación de servicios fitosanitarios en toda Andalucía, con una flota compuesta por una veintena de aviones de tamaño ligero y mediano peso. No será hasta el año 1984 cuando decide ser pionera y se vuelca en la defensa forestal y aérea. Cuatro años más tarde, era la única compañía del sector aeronáutico en España que poseía dos divisiones, la de aviones de ala fija y la de helicópteros.
A lo largo de los años ochenta la empresa amplía la flota de helicópteros y de aviones, convirtiendo la defensa de incendios forestales en su actividad de referencia, siendo la proveedora casi en exclusiva de la flota del Plan Infoca andaluz -la vida de este dispositivo no puede entenderse sin ellos, reconocía Miguel Ángel Tamariz, su presidente, hace meses en una entrevista el Grupo Información-, servicios que ha ido extendiendo por el resto de España, principalmente en Extremadura, Castilla León y La Rioja.
Faasa Aviación no fue tampoco ajena a la vorágine que supuso la Expo 92 de Sevilla para la economía y las empresas andaluzas. Su apuesta fue clara: utilizar su flotilla de aviación como aerotaxis, llegando a organizar hasta 7.500 visitas aéreas por la capital andaluza. Turismo para la capital, sí, pero un cúmulo de experiencias para la empresa, que ya había ampliado la prestación de sus servicios introduciendo también labores de evacuación, lo que le permitiría introducir uno de los primeros helicópteros de emergencia sanitaria de España.
Consolidados en el sector de la defensa forestal y servicios asociados, da el paso a la formación cuando crea en 1999 el Centro Andaluz de Enseñanza Aeronáutica (CEANA), dirigido en exclusiva a técnicos en mantenimiento de aeronaves, hasta que ya en 2003 se amplia la oferta y crean el Centro de Formación de Pilotos.
el salto a Latinoamérica
Pero, consolidados en Andalucía y diversificados en buena parte de España (Valladolid es su punto de referencia en el norte), se deciden a cruzar el charco y buscar un hueco en aquellos países concienciados en la prevención de incendios “porque son los que más los sufren”, reconocía Tamariz. Así, dan el salto a Chile con la creación de una filial en 2005 y la instalación de un centro de mantenimiento propio en el aeropuerto de Concepción, con una superficie que supera los 800 metros cuadrados, una flotilla permanente de 10 aeronaves y una inversión de 375.000 euros.
Parte del plan estratégico 2003-2010 de la empresa, su expansión a Chile ya le ha reportado unos ingresos de 4,2 millones de euros en 2008 y esperan alcanzar los 7 millones en este ejercicio (cinco sólo por la lucha contra incendios), en el que han conseguido varios contratos con el Gobierno chileno y que le han hecho posicionarse entre las tres primeras del país, con una cuota de marcado que supera el 30%.
Mientras, tampoco se quedaban parados en España y en 2007 inauguraban en Palma del Río su nuevo Centro de Mantenimiento de Aeronaves, su actual sede social y también, con 3.000 metros cuadrados de superficie, el espacio necesario para el mantenimiento de su flota de aviones y helicópteros, que en la actualidad alcanza los 40 helicópteros y 16 aviones, aunque se incrementa en épocas de incendios forestales. De hecho, en este centro, en el que se realiza la revisión técnica de los aparatos que contratarán las comunidades autónomas para sus servicios de prevención de incendios, pueden estar en revisión técnica hasta diez helicópteros a la vez.
En cifras, el Grupo Faasa cerró el ejercicio 2008 con una facturación de 49,7 millones de euros, lo que supuso un incremento del 16,94% con respecto a 2007, aunque en estas buenas cifras destacaba el incremento en un 70% en ese año de la cifra de negocio en Chile, en concreto 4,2 millones de euros, lo que suponía el 17% del total de los ingresos, dando trabajo a 280 personas, 150 de ellas en su centro de Palma del Río.
Su plan estratégico, que incluía inversiones superiores a los 70 millones de euros entre el 2003 y el 2010, les ha permitido duplicar su facturación en los últimos cinco años, y aunque las previsiones de ingresos para este año, según Miguel Ángel Tamariz, tendrán un incremento más moderado, esperan mantener la misma línea de crecimiento, sobre todo ante las expectativas puestas en el mercado latinoamericano y en el exterior “donde debemos aportar no sólo tecnología sino también un saber hacer más competitivo”.
Además, 2009 también será el año en el que esperan finalizar su centro de formación y nuevas tecnologías en el Parque Aeronáutico Empresarial de Sevilla, Aerópolis, en el que han invertido 1,8 millones de euros, lo que permitirá la creación de más de una decena de puestos de trabajo.
La pasión por la aviación se mantiene viva gracias a la Fundación Sebastián Almagro
El espíritu y la pasión por la aviación que profesaba el fundador del Grupo Faasa se mantiene vivo desde que en 2007 naciera la Fundación Sebastián Almagro, una institución que sin ánimo de lucro que busca acercar el mundo de la aviación a todas las personas interesadas en la aeronáutica y para todo aquel que hace de esta actividad su herramienta de trabajo. La finalidad de este proyecto es contribuir al desarrollo y al redescubrimiento de la aviación. De tal forma, que esta materia que aún hoy se concibe como algo complejo e inalcanzable tome contacto con la sociedad. La motivación es acercar el mundo de la aeronáutica a todos los agentes sociales. Se persigue la promoción, el desarrollo y la difusión de las innovaciones tecnológicas, los planes formativos y las actividades científicas en el ámbito de la aeronáutica.