¿Quién nos diría que íbamos a experimentar todo lo que estamos viviendo? A mí me da miedo mirar el telediario. La nueva orden del día, la nueva noticia, la exclusiva, la sigue teniendo un maldito virus. Un maldito virus que no vemos pero que está causando estragos a nivel mundial. ¿Qué pasaría si lo viéramos? ¿Nos comportaríamos igual? Está afectando a todos los niveles: a nivel económico, a nivel social, a nivel cultural, a nivel educativo. La economía difícilmente podrá remontar en los próximos años, millones de pérdidas, negocios que diariamente se están viendo obligados a cerrar sus puertas, miles de personas que se van al paro, personas que no tienen qué llevarse a la boca. Nuestras relaciones se están viendo afectadas. Ya no tenemos la misma cercanía que antes. No nos juntamos para poder celebrar y festejar. Nada de festivales, conciertos multitudinarios, bodas sin mascarillas, fiestas municipales, verbenas… ¡Cómo lo hemos echado de menos este año! Hemos visto limitada nuestra movilidad y el miedo nos ha invitado a quedarnos en casa. ¿Qué necesidad tenemos de meternos en un avión para ir a descubrir nuevos lugares? Hemos tenido que matar nuestras ganas con otros planes, eso sí, fomentando la cultura local y volviendo a descubrir lugares que ya conocíamos o desconocíamos y los teníamos bien cerca de casa. A nivel educativo, a ver lo que le depara a esta nueva generación. Años buscando la excusa perfecta para perderte una clase y ahora la tienen a su alcance. Un simple ‘he estado en contacto con...’ Clases confinadas que no se imparten, alumnos desde casa sin seguir las clases, padres que optan por no llevar a sus hijos al colegio. Esto sube cada vez más, como la espuma. Y aunque no queramos ver la realidad, es la que hay. Una situación que cada vez empeora más. Y esto no es una guerra de armas y a ver quien ataca primero. Esto es una guerra biológica y este maldito bicho nos está consumiendo.
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