Un estudio encargado por la Junta de Andalucía calcula que un 47 % de la población de más de 55 años residente en Andalucía está en situación de soledad no deseada, un 40 % a nivel moderado y un 7 % severo, y constata que el 15 % de la población mayor andaluza está en riesgo de aislamiento social.
El estudio, coordinado por Juan Manuel García-González, de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, afirma que la soledad se da a todas las edades, "si bien es creciente con la edad y se hace especialmente prevalente a partir de los 80 años, cuando alcanza a dos tercios de la población andaluza".
La consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz, ha explicado en una comisión parlamentaria que este primer estudio de la soledad no deseada permite alertar sobre las consecuencias de un problema "multidimensional" que se abordará en el primer plan estratégico sobre personas mayores, y ha querido enviar un "mensaje de esperanza" a esta población.
La soledad no deseada, añade el estudio, "es ligeramente mayor entre las mujeres andaluzas, especialmente en la soledad emocional, mientras que la soledad social es algo superior entre los hombres hasta los 80 años, edad a partir de la cual las mujeres también presentan mayor soledad social".
Respecto al riesgo de aislamiento social, el estudio subraya que se incrementa notablemente para el grupo de 80 y más años, principalmente debido a la pérdida de su red de amistades.
En cambio, "no hay una pérdida del apoyo de la familia con el incremento de la edad, de modo que el riesgo de aislamiento de la red familiar es relativamente bajo a todas las edades", y las mujeres presentan un ligero mayor riesgo de pérdida del apoyo familiar y los hombres del apoyo de la red de amistades.
Las personas con un nivel educativo más bajo presentan un mayor riesgo de soledad, situación que se repite a todas las edades, sostiene el estudio, que advierte de las consecuencias negativas de la salud entre los que la que sufren.
"La declaración de un peor estado de salud, de limitaciones de actividades básicas de la vida diaria o de tener síntomas depresivos incrementa enormemente la prevalencia de la soledad no deseada y el riesgo de aislamiento social, situación que se en todas sus dimensiones, para hombres y mujeres, y a cualquier edad", según el estudio.
La prevalencia de la soledad aumenta en las zonas con mayor índice de envejecimiento y disminuye en las zonas costeras, explica la investigación, en la que han participado tres profesores de la Pablo de Olavide y uno de la Universidad de Málaga.
El estudio, que los autores proponen ampliar con nuevas investigaciones, "es una oportunidad para recuperar la vida de barrio y el comercio de cercanía, relanzando la economía del empresariado y autónomo local".
También es "una oportunidad para la investigación en las causas y consecuencias de la soledad no deseada en la salud física y mental de personas de todas las edades. Una oportunidad para fomentar las relaciones intergeneracionales y la erradicación del edadismo".
Además, supone "una oportunidad para fortalecer el asociacionismo y la participación ciudadana. Una oportunidadpara reforzar los apoyos familiares en familias cada vez más dispersas geográficamente y cada vez más pequeñas" y para luchar contra la el despoblamiento del interior de Andalucía.
"En definitiva, una oportunidad para la innovación social en una sociedad que reclama y que necesita cambios", concluye el estudio.
Tras la presentación del estudio en el Parlamento, la diputada socialista Soledad Pérez ha cuestionado por el seguimiento de los mayores durante la pandemia; Carmen Céspedes, del PP, ha pedido que se potencie el voluntariado con los ancianos; y Concepción González, de Cs, ha instado a fomentar las redes comunitarias de barrio.
Ana Villaverde, de Adelante Andalucía, ha reclamado que se profundice en el enfoque de género sobre la soledad, y Ana Gil, de Vox, ha solicitado un censo provincial de mayores de 65 años en riesgo de soledad y aislamiento social.
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