Andalucía

¿Y yo ahora cuándo me caso?

Estaba todo más que organizado desde hace meses: finca reservada, invitaciones enviadas, anillos recogidos, billetes de avión comprados...

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  • Boda religiosa. Matrimonio. -

Estaba todo más que organizado desde hace meses: finca reservada, invitaciones enviadas, anillos recogidos, billetes de avión comprados..., y todo con una fecha grabada: 22 de mayo de 2020, Elena y Javi. Hasta que el coronavirus decidió convertirse en el invitado no deseado en esta celebración. 

"¿Qué posibilidades hay de que estalle un virus mundial y ponga en peligro tu boda?", se preguntan los novios en conversación con Efe, una vez que han asumido que lo que llevan planeando un año y medio va a tener que esperar, probablemente al menos hasta septiembre, y eso siendo optimistas. 

Él, español (madrileño, 35 años), y ella, italiana (milanesa, 30), su "Madrid-Milan connection" -como llaman a su relación- une los dos epicentros de la crisis sanitaria en Europa. 

Se conocieron en Londres -donde ambos fueron buscando trabajo durante la crisis económica- hace seis años y, tras vivir dos en Madrid, llevan más de tres en la ciudad natal de Elena, en la que han sido de los primeros testigos de la llegada a Europa del COVID-19, la pandemia que ha venido a cambiar los planes de todos. 

Aunque es periodista y se dedicó a la información deportiva durante un tiempo, desde su llegada a Milán Javi se encarga profesionalmente de organizar eventos de todo tipo, por lo que a finales de febrero empezó a vivir como una pesadilla la cancelación uno tras otro de sus próximos contratos. 

"Fue un jarro de agua fría" a tres meses presuntamente de la boda, pero todo quedó en un segundo plano en cuanto empezó a tener fiebre y tos estando en la "zona cero". Tratado desde su casa, no llegaron a hacerle la prueba del coronavirus por no estar dentro de la población de riesgo. "Estoy seguro de que lo he tenido", afirma. 

Mientras, Elena, que trabaja en un touroperador, seguía yendo cada día a la oficina: "Les dije que convivo con alguien que presentaba síntomas, pero no consideraron oportuno que me quedara en casa", relata, para mostrar también su sorpresa por que en España no sirviera el ejemplo italiano y se cometieran los mismos errores. 

"China puede sonar muy lejos, pero Italia es tan parecida a nosotros...", dice Javi, que una vez superados los síntomas empezó a advertir de lo que se nos venía encima. "Estaba claro que España se iba a llevar un baño de realidad en nada de tiempo. Aquí llevamos una semana de adelanto y se podía haber aprovechado", lamenta. 

Iban a viajar el pasado día 12 a Madrid -donde será la boda- para cerrar los últimos detalles. Había que recoger el traje e ir al Registro Civil, pero el Gobierno italiano decidió cerrar Lombardía cinco días antes. "Ahí fuimos conscientes de que nada dependía de nosotros y empezamos a pensar en una fecha alternativa". 

Cuando Javi cumple 26 días sin salir de casa, la pareja agradece la buena disposición de los servicios contratados para su enlace, que les han dado todas las facilidades para el aplazamiento. "Son los primeros interesados, ellos también están perdiendo clientes", reconocen. 

Falta por ver si la luna de miel la tienen que vivir antes de la boda para no perder el importe del viaje o si también se pospone: "Ahora mismo no podríamos salir ni de Italia ni de España, pero tampoco podríamos entrar en el destino que habíamos elegido, y no parece que a finales de mayo vaya a estar todo arreglado". 

Si nunca ha sido fácil organizar una boda viviendo a 1.600 kilómetros del lugar elegido como escenario -por mucho que tu familia esté allí y actúen como tus ángeles de la guarda-, lo que no era de esperar es este giro de los acontecimientos, tras el que Javi y Elena se aferran al #andratuttobene para confiar en que todo saldrá bien. 

"Aunque al principio fue desmoralizador, lo importante es que estemos todos bien, la fecha al final es lo de menos", aceptan unos novios que se aplican el #iorestoacasa a rajatabla y que han pasado de dedicar todo su tiempo libre a organizar la boda a tener un montón de horas que no pueden aprovechar para este fin. 

"Nos pasamos semanas para encontrar una fecha que no coincidiera con eventos deportivos para que los amigos de Javi no trabajaran, y para ver si era más cómodo llevar a los italianos a Madrid o a los españoles a Milán", repasa Elena sobre los primeros preparativos, que ahora parecen muy lejanos y casi papel mojado. 

"¿Y ahora cuándo nos casamos? Al final nos casamos a las monas y mil", exclama en uno de sus escasos errores con el español dando la vuelta a una expresión coloquial. Y después de una carcajada los dos confirman: "Será a las monas y mil, pero va a ser por todo lo alto". 

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