En unas circunstancias no transitadas antes, como el estado de alarma, es evidente que tanto los cálculos periodísticos como los del gobierno no pueden considerarse sino meras estimaciones. Esta crisis de paralización de la economía nacional, por fuerza mayor, no había sucedido nunca. Macron -con el amor de los franceses por las frases grandilocuentes - dijo en una alocución a los franceses que Francia estaba en guerra, pero en la guerra el aparato productivo no se para. Nunca antes un presidente de gobierno se había dirigido tanto a los españoles. Se ha establecido un mando único, se han puesto todos los recursos del Estado al servicio de solventar esta crisis y, finalmente, el rey se ha dirigido a la nación. Es su segundo discurso -fuera de Navidad-. Habló cuando el parlamento catalán votó la declaración de independencia y lo hizo anoche para unir a los ciudadanos en torno al objetivo de superar la crisis del coronavirus. Hay otros virus que azotan a la corona pero ese es otro cantar que tendrá un recorrido diferente.
Se calcula que se puede estar pronto en un millón de trabajadores, al menos, sometidos a expedientes temporales de regulación de empleo. El objetivo es que mantengan su vinculación con la empresa y que, al mismo tiempo, reciban las prestaciones salariales con la colaboración del Estado. Habrá avales para empresas y resta mejorar bastante la situación de los autónomos. Se prohibirá el corte de luz, gas, agua y telefonía pero sobre todo se pararán los pagos de hipotecas para los que están afectados por las repercusiones de la crisis. Se imposibilita la compra de empresas en bolsa a los oportunistas de fuera de la UE. Portavoces del establishment sostienen que es “una falta de responsabilidad imperdonable que, para satisfacer el ansia de los discursos prefabricados en anteriores crisis, se someta al sistema financiero español a un estrés adicional “. Lo pronto que se olvida el rescate financiero y las ayudas a la banca y el grifo de liquidez infinito.
Las enseñanzas de la crisis de 2008 se están notando y la reacción de las instituciones españolas y europeas es distinta. Hay una enseñanza añadida, la necesidad del blindaje del Estado de bienestar. El sistema sanitario y el de atención a mayores, Despreciaron lo publico y olvidaron intencionadamente lo que decía Franklin, que la muerte y los impuestos son las únicas cosas seguras.
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