Teología de Málaga

Teología de Málaga. Gratitud

La ingratitud es un pecado un pecado moral de efecto racimo

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La ingratitud es un pecado un pecado moral de efecto racimo, porque fomenta otros muchos según la vieja advertencia ciceroniana, y por eso es la entrada con la que hoy se cierra este Diccionario Moral de la Ciudad, o al menos su primer volumen.  Según Don Quijote, en su carta al Gobernador de la Insula Bartaria, o sea Sancho Panza, éste es “uno de los mayores pecados que se sabe”. Dice el refranero que es de bien nacidos, ser agradecidos. Y eso, si bien se mira, es un modo de decir que el ingrato es un mal nacido. Está bien visto. Si hay algo que conviene decir mucho, sin reparos ni matices, sin adversativas, es gracias.

Hoy concluye, sí, mi paso por este programa de Las Luces de la Ciudad. Uno siempre está de paso, y siempre puede volver. Este sería, desde luego, un buen lugar al que regresar, como cualquier lugar donde uno haya disfrutado, haya aprendido y la vida se le haya ensanchado. En definitiva la vida te regala oportunidades y haber estado aquí ha sido una de ellas, sobre todo compartiendo mesa con José Manuel Atencia, Antonio Méndez, José María de Loma, Laura Teruel, Domi del Postigo, Sonia Crespo, Francisco Javier Paniagua, Sonia Blanco, por supuesto Rafael Porras… Uno aprende que no hay sitios buenos o malos, sino sitios en los que merece la pena haber estado o no. Aquí mereció la pena estar. Me despido, así pues, diciendo una sola cosa: y es gracias..

Todos los días, si bien se mira, deberían ser Día de Acción de Gracias. En todo caso, hay ciertos días que acaban por ser ser, inevitablemente, de acción de Gracias, y hoy es uno de ellos. Gracias a los responsables de la cadena, al director o directores, al equipo, más bien equipazo, a los colaboradores, a las firmas –desde el principio Capitán Ahab y Curro Troya, este año también Ignacio del valle e Isabel Naranjo– y gracias a quienes compartieron un Málaga con nosotros en la Barra Libre –parafraseando aquello de Rojas Zorrilla, del Alcalde abajo, ninguno fue mala compañía.

Quizá habrá una segunda etapa… o no. Desde el próximo jueves, habrá otro colega aquí; y no echarán de menos a este periodista, a lo sumo se preguntarán por qué tardó él tanto en llegar el relevo. Nadie es imprescindible, salvo ustedes. Y a ustedes, sí, a ustedes les doy especialmente las gracias y confío en que seguirán aquí, cada semana. Hasta siempre, y como diría López Vázquez, un amigo, un esclavo, un admirador, un siervo. Digamos, hasta siempre, y gracias. 

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