Abrirnos al mundo

Publicado: 23/01/2020
Debemos abrirnos al mundo, a tener en cuenta las ideas de los demás y ver la vida con más optimismo
Tal vez uno de los fenómenos actuales que nos amplían la visión del mundo sea el feminismo o ser capaces de expresar con libertad nuestras emociones y sentimientos. Hemos de armonizar nuestra actividad y no sobrecargarnos innecesariamente.

A veces podemos estar tristes, porque estamos seguros que vendrán los momentos de buen humor, que entre pagos y deudas , asuntos importantes y naderías es de humanos mostrar nuestras debilidades y equivocarnos, movernos entre lo atractivo y lo que no nos llama la atención e incluso nos provoca rechazo.

Debemos abrirnos al mundo, a tener en cuenta las ideas de los demás y ver la vida con más optimismo. Entre mentiras, trampas y traiciones, falsedades y crueldades, sucedidos y anécdotas, podemos convertirnos en la estrella de cualquier fiesta o una maravilla sin fiesta y sin estrella.

Vivir diálogos constructivos nos enriquece, respetando a rivales, adversarios e incluso enemigos. Lo peor es sentirnos culpables de aquello que hemos hecho bien, luchar sin resultados y dar cualquier batalla por perdida de antemano.

No es bueno mordernos la lengua por costumbre, ni tampoco atosigarnos y agobiarnos en que siempre hemos de ser campeones, no solo ganar, sino quedar los primeros. No debemos darle tanta importancia a lo que piensen, digan o hagan los otros, ni a aquellas grandes mentiras que parecen verdades.

Mejor son siempre, mesas de diálogos que trincheras de bombas y balas. No debemos olvidar nunca, que entre lo bohemio y lo fantástico, las esperanzas y las huidas, los hábitos y las costumbres, cuando desaparece el humor y se abre paso la mala leche, las cosas empiezan a ponerse jodidas.

Nuestro instinto nos enseña el camino, pero la confianza en nosotros mismos, aumenta de forma desorbitada nuestras ganas de vivir. Nuestras dudas se van disipando y liberan nuestras capacidades y habilidades en el momento oportuno.

Cuando vivimos momentos de cambios y avanzamos a pasos agigantados, tenemos que ser prudentes para asumirlos, paso a paso, sin prisas, sin excesos ni atropellamientos, sabiendo resolver en cada instante, las contradicciones que nos persiguen.

Es saludable tener paciencia y saber esperar, medir bien los tramos y averiguar  cuáles son las tramas, sin excusas ni pretextos, con sentido de la realidad, aunque ésta sea variable y cambiante. No debemos dejarnos derrotar por el cumulo de tareas pendientes y aprender a decir que NO.

Muchas veces lo que nos preocupa solo está en nuestras cabezas, y eso lejos de abrirnos al mundo nos cierra a nuevos conocimientos y experiencias, nos vuelve débiles, por eso debemos alejarnos de las personas tóxicas que solo saben levantar muros e intentar aislarnos.

Hemos de buscar y encontrar el equilibrio entre las soluciones precipitadas frente al abandono de largos años de espera. También tenemos que aprender a reajustar nuestras prioridades y no hacer cosas que no nos satisfacen o vayan en contra de nuestros principios.

Ser respetuosos con los comportamientos ajenos, es la clave para que una corriente positiva y repleta de suerte nos haga avanzar hacia nuestros objetivos,  para superar cualquier tentación de imponer nuestras ideas a los otros, para sentirnos valorados y confiados con lo que hacemos y adquirir la claridad necesaria para no desanimarnos y permitir que la vida nos lleve hacia donde quiera sin exigirle demasiado. 
         

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