Isabel Preysler nos felicita la Navidad, un año más, pero esta vez, para sorpresa de la parroquia, con ropa de faena, con delantal y empeñada en aprender a cocinar y conocer los intrincados secretos de los fogones. Lo hace en ¡Hola!, la revista de la familia Sánchez Junco que ella utiliza de manera frecuente para contarnos su vida y milagros. Como maestra tiene a su hija Tamara -fruto de su relación con el Marqués de Griñón-, que, después de resultar ganadora del concurso televisivo Masterchef Celebrity, no para de dar lecciones como cocinera de lujo. Las dos aparecen -en exclusiva, claro- y, por cierto, nada convincentes en sus papeles de cocineras habituales.
Isabel Preysler habita en el planeta rosa de las revistas del corazón desde que se casara, a los 19 años, con Julio Iglesias, matrimonio que duró siete años. Carlos Falcó, Marqués de Griñón, sería su siguiente marido -relación sentimental de 5 años-, hasta que conoció al exministro socialista Miguel Boyer, que falleció en 2014. Repuesta del duro golpe emocional, Isabel volvió a enamorarse, esta vez del Premio Nobel peruano, el escritor Mario Vargas Llosa, noviazgo que se hizo público en la primavera de 2015.
Hace tres años, con motivo de la publicación de su libro ‘Isabel, la amante de sus maridos’, el periodista Jaime Peñafiel confesó a una revista: “A Isabel los maridos le han durado lo que le ha durado el amor. En esto es muy honesta, una mujer muy cálida y con una educación muy oriental”. Una opinión parecida expresaba el periodista Emilio Romero, director del desaparecido diario Pueblo, en su libro ‘Personajes a la brasa’: “Isabel es filipina y entonces su orientalismo en modales, en dulzura y en ceremonia, no es exagerado o excesivamente visible, pero existe”.
Isabel Preysler es, pues, una mujer exquisita en las formas y cuyo fondo, naturalmente, desconocemos el gran público. Honesta en el amor, como dice Peñafiel, sí parece la señora. Y esto, dados los tiempos que vivimos, no es poco, no.
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