Ahora que acaba el 2019 es habitual hacer un repaso de lo que ha dado de sí el año. Y este curso político ha tenido un especial protagonista: Juanma Moreno Bonilla. Ha sido la persona que ha puesto fin a 37 años de gobiernos socialistas al frente de la Junta de Andalucía. Consiguió lo que no hizo nadie en su partido: ni Juan Ignacio Zoido, ni Javier Arenas, ni Teófila Martínez y tampoco Gabino Puche antes de los 90.
El ahora presidente del Gobierno andaluz estuvo señalado, y prácticamente sentenciado, por su líder nacional, Pablo Casado, quien llegó a poner en marcha una campaña para relevarlo si no se lograban unos buenos resultados en las elecciones autonómicas. Moreno nunca fue de la cuerda de Casado y él dio su apoyo públicamente a Soraya Sáenz de Santamaría en el proceso de primarias del Partido Popular.
Sin embargo, el 18 de enero de 2019 obtuvo los apoyos necesarios para ser investido presidente. Lo fue gracias a Ciudadanos, también en el Gobierno, y a los votos de Vox, que ofrece su colaboración en los momentos importantes como la investidura o la aprobación de Presupuestos. Juanma Moreno consiguió apartar al PSOE del Palacio de San Telmo y convertirse en uno de los barones autonómicos del PP, junto a Alberto Núñez Feijóo. Por cierto, curiosa fue aquella comida de ambos líderes este verano sin la presencia de Pablo Casado y en pleno tsunami sanitario por el brote de listeriosis.
Juanma Moreno nació el 1 de mayo de 1970 en Barcelona porque sus padres tuvieron que emigrar. Poco después de nacer, su familia volvió a la provincia de Málaga, la tierra que le tiene “encandilado”. Se afilió en 1989 al PP y estudió Magisterio en la Universidad de Málaga (UMA).
Antes probó fortuna como vocalista en varios grupos de pop-rock pero vio que se le daba mejor la política. De hecho, en 1995 entró como concejal en el Ayuntamiento de Málaga. Dos años después fue diputado en el Parlamento de Andalucía y posteriormente dio el salto al Congreso de los Diputados.
En 2011 fue secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, con la ministra Ana Mato, e impulsó el Plan Estratégico de Infancia y Adolescencia, la Estrategia para la Erradicación de la Violencia de Género, la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad y el Plan de Inclusión Social. En 2014 quiso volver a Andalucía y lo hizo por la puerta grande: logró la presidencia del PP andaluz y candidato a la presidencia de la Junta. Su borrón posiblemente esté en la aparición de su nombre en los papeles de Bárcenas.
El éxito de Moreno está en haber conseguido un Gobierno de derechas en una comunidad en la que siempre se había votado mayoritariamente a la izquierda. Lo hizo mediante un perfil bajo, sin el carisma de otros líderes nacionales o incluso en la propia Andalucía. Siempre con una sonrisa y con un tono conciliador. Intenta, además, no meterse en ningún charco, ya que para eso tiene a su mano derecha, Elías Bendodo, su amigo desde la infancia y al que le ofreció la consejería de Presidencia y la portavocía de la Junta de Andalucía para que dejara la presidencia de la Diputación de Málaga.
Quizá sea por haber alcanzado el poder pero a día de hoy el PP tiene un grupo parlamentario sin fisuras mientras que en la legislatura anterior no era exactamente esa imagen. Ahora le toca consolidarse al frente de la Junta y no le será nada fácil: tendrá que mantener contentos a sus socios de Gobierno. Sino, podría despertar a los 400.000 votantes que abandonaron al PSOE.