El Loco de la salina

"Pisa fuerte, que lo paga el Ayuntamiento”

Con otras palabras, somos el cachondeo de media Europa, que ve además cómo a los españoles no nos salen las cuentas ni para una triste investidura.

Publicado: 09/12/2019 ·
20:58
· Actualizado: 09/12/2019 · 21:00
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Eso de “Pisa fuerte, que lo paga el Ayuntamiento” era un piropo que algunos hombres delicados decían en la calle a las mujeres presuntamente guapas y que a mí siempre me llamó la atención, ya que me preguntaba que por qué iba a tener que pagar nada el Ayuntamiento. Pero hoy no voy a hablar de los piropos. Aquí va todo en inglés. Desde el OK que ponemos en los móviles para decir que de acuerdo, hasta el Black Friday, que es la pamplina más grande que los yankees han inventado para que compremos las cosas que ellos digan y los viernes que ellos digan. El inglés se ha impuesto en el mundo, sobre todo debido al poderío militar que tienen estos tíos. España lo tuvo también hace unos cuantos siglos, pero entonces todo el oro y la plata que venía de América lo empleamos en guerras para mantener nuestro católico imperio. Al final nos quedamos solamente con Cuba, Filipinas y algunas migajas más. También las perdimos a finales del siglo XIX. Los de habla inglesa nos lo quitaron todo. Son muy listos. Y sin embargo, en Cádiz llamamos guiris a los turistas y hasta tal punto nos metemos con ellos, que se dice que un gaditano le vendió la catedral a uno de ellos. De todas maneras, yo no quería hablar de los ingleses, sino de algo educativo.

Hace unos días han salido a la luz las conclusiones del informe PISA. Alguno pensará también que voy a comentar algo sobre las gallinas, pero tampoco. La palabra PISA viene de recoger las primeras letras inglesas de: Programme for International Student Assessment, lo cual, traducido al cristiano, significa: Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes. Es un estudio que hace la OCDE a nivel mundial y mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura. Y los que lo han hecho se han descolgado con que los alumnos andaluces  están en la cola y ocupan los últimos lugares de la clasificación de matemáticas y ciencias, solamente seguidos de Canarias, Melilla y Ceuta. No llegamos ni por asomo a la media europea.

Con otras palabras, somos el cachondeo de media Europa, que ve además cómo a los españoles no nos salen las cuentas ni para una triste investidura. Cuando los políticos andaluces han visto la clasificación han reaccionado como es costumbre: la culpa es del informe que no está bien hecho. Natural, ya tenemos el cuerpo hecho a estas reacciones; la culpa es de los demás. Y sin embargo los gallegos se han salido por arriba y han obtenido unas notas fantásticas, comparables a países tan avanzados como Finlandia. Es increíble, cuando aquí somos expertos en contar chistes de gallegos, en los que dejamos entrever con claridad que los gallegos son medio guiris. Pues por lo visto, aparte de montar freidores, calculan que es una gloria.

En fin, que lo que se desprende del informe es que aquí en Andalucía los políticos se tienen que dejar de pamplinas y de luchas por los sillones, tienen que coger el toro por los cuernos (con perdón) y deben conseguir que los alumnos aprendan sobre todo la suma y la multiplicación; lo de la resta y la división vamos a tener que dejarlo para otro año, porque no estamos para restar nada y mucho menos para dividir. Eso sí, Decretos no nos van a faltar, porque en sacar leyes somos los números uno del mundo mundial. Pero digan lo que digan esos informes, aquí en el manicomio los andaluces sumamos divinamente y nunca nos equivocamos. Por ejemplo: tréh masáis son nueve, aunque los gallegos digan que son tréh.

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