Tropezamos y caemos, pero continuamos y seguimos si somos capaces de levantarnos. Vivimos momentos malos pero disfrutamos de instantes sublimes y maravillosos. Ese contraste en los tiempos y en los espacios es lo que nos da impulso y nos quita presión, para respirar todos los olores y contemplar todos los colores.
Estar relajados y disfrutar de la sinfonía de sonidos que la naturaleza nos ofrece o irritarnos ante tantos gritos y ruidos de las grandes ciudades, atender lo que nos dicen con afecto y consideración o ignorar a los demás como si fueran invisibles o no existieran.
Tener la seguridad de comenzar algo que nos habíamos propuesto, pero sentir la incertidumbre de no saber si seremos capaces de terminarlo Superar malestares, inquietudes y desasosiegos y abrigar comodidades, dichas y fortunas.
Recibimos reproches por nuestros tropezones y caídas y nos halagan y agasajan por nuestros triunfos y las cosas bien hechas, y entre incidentes y accidentes somos más diligentes y menos indulgentes. Las verdades y los rigores dejan paso a los bulos y rumores, y nos situamos más cerca del caos que de la armonía.
Cuanto desastre empaquetado de chapuza, horrores tras errores, caídas tras tropezones, vamos escribiendo el día a día, la consecuencia es la ineptitud y la desvergüenza, y asistimos a un espectáculo de criaturas intangibles pero que dejan un rastro muy negativo.
Hay quienes sostienen que la ira es la mejor de las inspiraciones para escribir, y que nos estimulamos más y mejor desde el furor y la rabia, que desde la tranquilidad y la serenidad., que nos mueve más la revancha y el rencor, que la paz y la concordia.
No es ninguna deshonra, ante las dificultades, pedir ayuda a querer ser autosuficientes. , que nos den algunas pistas a pretender descubrirlo todo por nuestros propios medios. Tan poco deseable es ir de un lado a otro, sin saber cuál es nuestra meta como el inmovilismo.
Anunciamos y cancelamos al mismo tiempo, sin saber muy bien que decimos y que queremos, intentamos tapar lo que no tenemos y presumir de lo que no somos., entre gestos amables y actitudes desagradables., a caballo de victorias que no hemos conseguido y de derrotas que no aceptamos.
Entre paralelismos que no se encuentran, ofensas y defensas, papeles acertados o cambiados, no tener expectativas para evitar frustraciones, militar en bandos o abrazarse a banderas, andar derechitos o a tropezones, caídas y levantadas.
Intentando encontrar nuestro camino y descubrir nuestra verdad, jugamos con los obstáculos que procuramos evitar con inteligencia, tomándonos el tiempo para reflexionar e investigar y explorar nuevas pistas., sin tópicos ni estereotipos, ni construcciones ni derribos.
Descubrimos que las caídas y los tropezones de hoy son muy diferentes a los de ayer, y que la magia del líder ha cambiado, en cuanto a cómo ha de comunicarse, de qué forma ha de ejercer su dirección, la importancia que las emociones tienen en unos momentos en los que parece que estamos despersonalizados.
Los populismos y el transformismo lo falsea casi todo, y la gente lejos de ver que sus políticos se ponen en su lugar, los perciben como algo impuesto o de diseño, en los que lejos de darles participación y estimularles a pensar, parece que les obligan a moverse en una dirección
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