Matrícula de deshonor

La ludopatía, una realidad

En Huelva, concretamente, tenemos el mayor número de salones por habitante de Andalucía

Publicado: 19/11/2019 ·
12:26
· Actualizado: 19/11/2019 · 12:26
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Como muchos sabréis, mi labor actual está centrada en la Asociación Arrabales, un centro terapéutico-educativo de rehabilitación centrado en el consumo de sustancias adictivas, sin obviar otras dependencias que se asocian a dicha problemática social. En la última década observamos un mayor incremento de ludopatía en nuestros pacientes, un hecho del que hemos alertado y que nos preocupa de forma alarmante. La ludopatía ya es un problema social con el que tenemos que convivir y que se abre paso de forma rápida y eficaz en esta sociedad consumista y dependiente.

Muchos de nuestros pacientes llegan, cada vez con mayor frecuencia, con el problema añadido del juego patológico, sobre todo jóvenes a partir de los 18 años hasta los 35 años. Debo aclarar que en nuestra entidad no atendemos directamente a menores de edad, aunque suelen acudir a nuestra sede para/por información sobre el tema, informamos a sus familiares y los derivamos a otros servicios más concretos y adaptados para ellos, algo que empieza a ser una constante. Es interesante saber que la ludopatía fue reconocida como trastorno por la Asociación de Psiquiatría Americana en 1980 y por la Organización Mundial de la Salud en el año 1992, y en teoría, se impusieron estrategias que minimizaran el impacto social que se estaba ocasionando. Pero la permisividad siguió y sigue siendo latente, incrementándose las opciones y posibilidades del juego en el que, día a día, adolescentes y jóvenes pierden muchas horas conectados a esta dependencia.

Huelva es un claro ejemplo de permisividad, en el que proliferaron los salones de juego, ahora adaptados para convincentemente atrapar a un mayor número de dependientes, ligado estrechamente con las apuestas online. Es fácil observar en estos espacios, muchos disfrazados de típicas cafeterías, cómo los jóvenes se sienten atraídos por las apuestas de galgos, por dar un ejemplo, algo que es rápido y directo, logrando ciclos más dinámicos y efectivos. Muchos de ellos comienzan desde un sentido grupal, como una mera distracción, y acaban jugando en solitario, aprovechando cualquier momento. Las nuevas tecnologías avanzan muy deprisa, y con ello las ofertas constantes que bombardean sistemáticamente a los usuarios, conectando con excesiva facilidad. Es difícil combatir esta lacra desde las mismas premisas; las grandes multinacionales dedican mucho dinero y tiempo para contrarrestar las irrisorias campañas que se crean, dado el interés económico existente en estas multinacionales con recursos ilimitados y montante suficientes para ‘comprar’ a todo aquel que tiene un precio, desde los más creativos para publicitar sus productos, hasta celebridades que sirven de modelos de referencia.

El juego patológico ya es una realidad preocupante para esta sociedad, que necesita una atención más específica y un abordaje más directo. En Huelva, concretamente, tenemos el mayor número de salones por habitante de Andalucía. Contamos con entidades como Aonujer o Apreja alertando de la situación por la que estamos pasando y, aún así, a pesar de alguna moción que ha caído en saco roto, se sigue mirando hacia otro lado.

 

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