Andalucía, como nacionalidad histórica”, dice el Estatuto andaluz, “Canarias…como nacionalidad”, “El pueblo valenciano….como nacionalidad histórica, “Galicia, nacionalidad histórica”, “Aragón, nacionalidad histórica”, “El Pueblo Vasco o Euskal-Herría, como expresión de su nacionalidad”, “Cataluña como nacionalidad”… Son los Estatutos de Autonomía. ¿Cuántas naciones tiene España? llevan las derechas preguntando en cada debate ignorando u olvidando el artículo 2 de la Constitución Española que lo aclara con rotundidad: “reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones ” en la nación española. Es de un debate de ciencia política e histórica interminable la diferencia -si existe- entre nación y nacionalidad. Pero la derecha lo utiliza para dejar fuera del proyecto “nacional” a quien ose declararse nación. Un proyecto rupturista entre identidades que puede llevarse por delante el verdadero proyecto nacional que trató de reconstruir la Constitución del 78. El de compartir identidades y sensibilidades.
Alvarez Junco o Santos Juliá -por citar sólo a los historiadores que mejor han estudiado este fenómeno- han reconocido que es nuestro mayor problema político. “Las identidades que rivalizan con la española -dice Junco- se limitan , en conclusión, a la catalana , la vasca y , con menor apoyo social, la gallega. Ese es el forcejeo que todavía hoy se mantiene , con especial intensidad en el caso catalán. El futuro no está escrito”. Con tanques y la legión no se arregla como empiezan a sugerir Abascal, Casado y Rivera. Sin decirlo, por supuesto. Pero ¿qué es mano dura? ¿hasta dónde llega? El presidente Piñera en Chile declaró un estado de excepción, sacó el ejercito a la calle, se produjeron muchos centenares de detenciones, una veintena de muertos y ha terminado retirando la excepción, el ejercito y los incidentes siguen. No hay que ser muy avispado para saber que a esa trampa es a la que arrastraban a Pedro Sánchez las derechas. Lo mismo que el disparate de ilegalizar al Partido Nacionalista Vasco. Provocar un incendio donde no lo hay. Propuesta de Abascal, silencio de sus socios en Andalucía, en Madrid, Castilla y Murcia.
El debate del lunes fue más sobre el problema de la cohesión territorial, que sobre la cohesión social. Son los dos retos de España. Uno de los países más desiguales y un país con necesidad de articularse tras 40 años de una Constitución de éxito. En ambos asuntos se necesitan ajustes que necesitan consensos nuevos.