El Arponazo del Capitán Ahab

El arponazo del Capitán Ahab. Infantería política

Una de las cosas que más me pregunto con esto de Cataluña es si algo parecido nos podría pasar aquí, o si esto es un fenómeno exclusivo de allí

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Una de las cosas que más me pregunto con esto de Cataluña es si algo parecido nos podría pasar aquí, o si esto es un fenómeno exclusivo de allí. Yo aún recuerdo cuando los catalanes se ponían de ejemplo a seguir para los vascos, como nacionalismo civilizado y pragmático, y no hace tanto. ¿Cuándo exactamente se volvieron locos? Y, sobre todo, ¿por qué? Y la respuesta es obvia, fue la política la que los envenenó, por un mero interés propio. Pero hay que tener claro también que la política es el detonante, pero no el combustible. La política por sí sola no puede volver completamente loca a tanta gente, necesita un eslabón fundamental de transmisión, un colaborador necesario, que no cabe duda que viene de la prensa. Lo que debería ser una barrera de contención contra los argumentos absurdos e incendiarios de la política, se ha convertido en demasiados casos en su medio principal de transmisión.

La receta de todo este desastre es muy sencilla: la polarización de la sociedad es muy buena para el negocio de la política. Y el negocio de la prensa es cada vez más dependiente económicamente de la política, con lo que al final esa parte de la prensa en nómina se convierte en el agente fundamental de esta polarización. Y esto es fácilmente demostrable simplemente por reducción al absurdo: si tuviéramos realmente una prensa sana e independiente, ¿podríamos haber llegado a este punto? No lo creo.

En la prensa hay cada vez más infantería política, aunque esto tenga muy mala prensa decirlo. Y aquí, como ya en todas partes, lo único que hace falta para que también nos volvamos locos es que algún partido necesite prender un incendio para mantener su negocio. Tan solo eso, e inmediatamente su cuerpo mediático de infantería nos llamaría a todos a las trincheras. Y es cierto que dos no se pelean si uno no quiere. Pero si a ese que no quiere le empiezas a tocar los palillos a cinco columnas, día tras día, día tras día, ya verán como al final también quiere. Garantizado. Y a buen precio, oiga.

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