Atando Cabos

Miedo a ser feliz

No hemos salido de la crisis y se nos habla de que estamos entrando en otra

Publicado: 08/10/2019 ·
20:58
· Actualizado: 08/10/2019 · 20:58
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Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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Hace unos meses me encontré a un antiguo alumno. Tenía empleo, tenía pareja, carecía de problemas graves, en resumen, le iba bien. Mi sorpresa fue lo que expresó, la carencia de problemas le producía miedo. Parece que es más deseable que siempre haya una pequeña nube y que produce cierto agobio no tener nada con lo que angustiarnos. Esta situación es más habitual de lo que manifestamos y estamos dispuestos a reconocer. Nos parece el mayor imán para las grandes desgracias. El optimista, el del vaso medio lleno, suele aparecer en nuestro imaginario con una corona de pajarillos rodeándole la cabeza, mientras el pesimista sufre una asimilación con la persona realista y con los pies en el suelo. No tener motivos objetivos para practicar el pesimismo es de bobos porque te coloca fuera de la sensatez.

Este lunes, una mujer gallega que iba en moto a pagar el alquiler de su bar dejó el sobre del dinero y el bolso abiertos. A toda velocidad se fueron volando los billetes sin que su dueña fuera consciente. Rehízo el camino, sin encontrar nada y aún así se dirigió a la comisaría para contar lo ocurrido. El agente la reconoció como la motorista y le dijo que una señora había parado el trafico y puesto a todo el mundo a recoger. Contra todo pronóstico, cuando llueven billetes, estos volvieron al bolsillo de quién los perdió.

Cuántos habríamos creído que esto fuera posible, muchos no hubiéramos tenido ni la ocurrencia de ir a comisaria. Ese cierto pesimismo persistente que confundimos con la normalidad se llama distimia. Nuestro cuerpo alimenta sus células regularmente con zumo de hipocondría hacia el optimismo. Eso nos hace sentir que estaremos más preparados para hacer frente a las desgracias que nos acechan.

Pero para qué nos vamos a engañar lo que en realidad tenemos es miedo a ser felices. Incluso existe como patología: querofobia. Quienes la padecen eluden situaciones o acontecimientos que puedan divertirles o regocijarles.

Esto nos viene de antiguo, en la mitología griega el sátiro alcoholizado Sileno era considerado un gran sabio y entre las perlas que se le atribuyen: “fuera mejor para el hombre no nacer y una vez nacido lo mejor que puede hacer es morir”. En la actualidad se nos amedrenta con los mismo, no hemos salido de la crisis y se nos habla de que estamos entrando en otra. Pues no creo que encogernos nos salve, si acaso nos empequeñece y nos roba vida.

 

 

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